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Nuestro pan de cada día

Una de las cosas necesarias para la vida, más allá del vital elemento del agua, es algo sustancioso, y desde siempre el pan ha sido considerado el alimento por excelencia. No en vano ante cualquier problema social, económico, o de revolución, lo primero que se garantiza es el pan, o lo primero que se quita a una población es el pan.

Fue notable ver largas filas de personas durante la Segunda Guerra o el exterminio nazi hacia el Pueblo Judío, como los hacían hacer cola para pedir un poquito de pan.

Y esto ha quedado tan en nuestra cultura que hasta se ha transformado en oración, por Jesús: el Padre Nuestro. «Danos, hoy, nuestro pan cotidiano».

Este pan que trasciende el pan físico, el pan de trigo. Un pan que es más amplio, que tiene que ver también con el pan y el alimento espiritual.

El pan de la cultura, el pan de la libertad, el pan de los sueños, el pan de la alegría. El pan este, material, o este, espiritual.

El pan cotidiano es lo que nos hace estar vivos y por el cual vivimos.

El pan que muchas veces es negado, tanto el uno como el otro, o mal pago, con demasiado esfuerzo conseguido, cuando en realidad Dios que es nuestro Padre se ha hecho pan partido para la vida del hombre, en Jesús Eucaristía para que ese pan esté al alcance de cualquier mano.

Quiera el Señor darnos, por un lado el pan material, pero también el pan espiritual. Que podamos contar con él en nuestras mesas y en nuestra alma. Y a quienes corresponde darlos, brindarlos, que sean facilitadores de adquirir y de tener este pan en la mesa de cada hermano.

Que la Virgen Santísima de Luján nos traiga este pan, interceda por ese pan cotidiano para cada uno de nosotros.

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