En la inmensa cantidad de fiestas populares, en el universo de fiestas que existen en nuestra patria, hay para todos los gustos y todos podemos sentirnos identificados con alguna, porque cada una de ellas tiene que ver con el acervo tradicional y cultural de nuestros pueblos. Y así hay fiestas que equivalen a lo que cada uno se le antoje celebrar, festejar y aludir.
A mí me gustaría recorrer junto con estas fiestas algunas exposiciones y dentro de estas desearía crear la Expo Redil. ¿Qué es? Es esa variedad que encontramos no muy lejos de nosotros, en nuestras parroquias, porque así como existe un Expo Curas podemos hacer una Expo Redil. De las Expo Curas nos ocuparemos en otro momento, ahora vamos a hablar de la Expo Redil.
Dentro de este grupo encontramos a las ovejas, donde cada una es distinta. Están las adelantadas, las remolonas, las ovejas acostumbradas, las revoltosas, las impávidas, y se suman las egocéntricas, las ausentes, las históricas, las ovejas de atrio, y por último las laburantes. A estas le dedicaremos un espacio especial pronto, pero hoy hablaremos de las ovejas adelantadas.
Estas tienen el síndrome de Don Pedro de Mendoza, están en la novedad: si en tal parroquia se hace tal cosa hacen lo mismo. Vuelven de vacaciones y dicen que vieron tal cosa y hacen eso. Viene el señor que viajó a Europa y si allá se hace… pero es otra cultura y aquí no podemos entregar sobres cada domingo porque la gente se olvida el sobre.
La adelantada es aquella que viene siempre antes con la novedad creyendo que ha inventado la pólvora. La remolona, al contrario, dice que está todo bien, siempre lo hemos hecho así, para qué cambiar. La remolona es medio atrasada, atrasa, viene lerda. Si estamos bien como estamos, ¿para qué renovar el canto? Siempre hemos cantado lo mismo. ¿Para qué cambiar la colecta si siempre la hemos hecho de la misma manera? Tiene mucho que ver con la acostumbrada, que es la que sale de misa y dice “Ya cumplí”. A lo que uno quisiera preguntarle con qué cumplió, porque vamos a misa porque lo necesitamos. La acostumbrada es la que dice “si no vengo a misa me falta algo”. Sí, perder quizás una hora de tiempo. “Menos mal que está en misa”, dice la familia, “porque sino está en casa tirando mala onda”.
También esta la revoltosa, es la que revolotea por todos lados, se mete en cuanta cosa hay nueva, está un momento y se va. Es la ovejita que picotea en todos los grupos, en todos los lugares, opina de todo. Si se habla de liturgia, de moral, de historia, sabe más que nadie. Y si es de vida de curas no se le pasa una, porque es demasiado dada a la vida ajena…
Está la ovejita impávida, a ella la vida le pasa y no importa si es navidad, año nuevo o cuaresma. Estamos en cuaresma y canta el Aleluya, cuando hay que hacer silencio. Está en otro mundo, la vida le pasa…
Hay diversas ovejitas en nuestro redil. Gracias a Dios el cura y los laicos miramos y vemos a todas. Gracias a Dios en esta arca, al mejor estilo de Noé, entramos todas. Mañana seguiremos con otras ovejitas.
Quiera Dios, seamos la ovejita que seamos, la Virgen de Luján nos acoja como solo ella puede hacerlo.