El pecado realmente es no creer en Jesús, y es lo que El mismo dice en el Evangelio de Juan. “El pecado es no haber creído en mi, en que yo soy el Camino, la Verdad y la Vida”.
Nuestra vida carece de sentido cuando creemos en una serie de cosas, ya que en un montón de situaciones o circunstancias incluso terminamos creyendo en zonceras y supercherías y no creemos en Dios.
En muchos casos creemos en Dios, pero no le creemos a Dios. Creemos en Jesús, pero no le creemos a Jesús. Y son dos cosas distintas. Yo puedo creer en Jesús en tanto personaje histórico, que murió y resucitó y todo lo que la Iglesia enseña. Pero puedo no terminar de creer en lo que El enseña y lo que El dice. Cree en El.
No alcanza entonces con creen en Dios. No alcanza sólo con creer en Jesús. Es menester creen en y a Dios. Creer en y a Jesús.
Creer en cosas sencillas y cotidianas. En delicadezas como las que venimos hablando, que son modos de creer en estas presencias.
Estas delicadezas de Dios que nos vienen dadas desde nuestra infancia. De la mano de nuestras madres, padres, nuestros seres queridos y nuestros maestros.
Hoy recordamos a Rosario Vera Peñaloza, la maestra educadora fundadora de los Jardines de Infantes. En mi querida hermana saludo a todos los maestros jardineros, docentes como yo, maestros de alma. Nos corre tiza por las venas, tenemos corazón de tiza.
La Virgen de Luján nos bendiga a todos.