El Evangelio de San Mateo, capítulo 5 versículos 43 al 48, que nos toca reflexionar hoy, tiene como telón de fondo esta pregunta de Jesús: ¿Qué mérito tienen?
¿Qué mérito tienen si hacen lo mismo que los paganos, los fariseos, los publicanos? Si solamente cumplimos la Ley a rajatabla o el rito a rajatabla, y esto de una manera solamente física, de una manera exterior, carece absolutamente de sentido.
Si hacemos lo mismo que hacen los fariseos y los publicanos no tenemos ningún mérito. Si solamente amamos a quienes nos aman y odiamos a quienes nos odian, hacemos lo mismo que hace el resto. Jesús dice, por el contrario, ama un poco más al que te ama, y al que no te ama también ámalo. Redobla la apuesta para que verdaderamente tenga mérito lo que hacemos.
Cuántas cosas damos por sentadas y cuantas otras cosas hacemos “de taquito”. Y hacemos que carezcan de mérito, las desmerecemos cuando a eso no le ponemos el amor cristiano.
Cómo cambia la cosa cuando a partir de dar algo a alguien miro a quien le doy, toco esa mano, me detengo un momento. Descubro al prójimo en la otra persona, cuando pongo la oreja, cuando saludo, cuando hago una pregunta o doy una respuesta. Un cambio de actitud. Eso sí tiene mérito, porque todo lo otro, todo lo demás, no nos diferencia en nada de los escribas ni de los fariseos.
Quiera la Virgen Santísima de Luján darnos un corazón nuevo para hacer lo que debemos pero con esta mitrada del cielo, con esta mirada de trascendencia.
Que Ella te bendiga.