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Las cosas santas

Cuando éramos chicos, nuestros padres, nuestra mamá, nos decía, que guardáramos la ropa especial y que no la maltratáramos. Ella decía que no igualáramos la ropa. Porque estaba la ropa cotidiana y la ropa y los zapatos del domingo o de las fiestas.

Y ese cuidado que nos hacía tener con la ropa tenía que ver con una serie de actitudes y situaciones para diferenciar lo cotidiano, lo ordinario, de lo que ameritaba usarse otro día especial, por ejemplo la vajilla y los manteles que crujían los domingos o fiestas.

Y en esto de igualar, los humanos corremos el riesgo de tomar cosas que son de Dios, que son santas, y confundir confianza con chabacanería.

Dice San Agustín que la excesiva familiaridad engendra desprecio. Y esto es dicho en palabras de Jesús en el Evangelio de San Mateo –en el capítulo 7 versículos 6, y 12 al 14– donde da una serie de recomendaciones y dice no den las cosas santas, las cosas buenas. Dice que “no den las cosas sagradas a los perros”, es decir no manoseen, no maltraten, tengamos cierto cuidado y delicadeza.

Debemos tener delicadeza con Dios y con las cosas que son de Dios.

Cuántas veces no prestamos atención cuando vamos a comulgar, en tener las manos medianamente higienizadas, si recibimos la Hostia en la mano. Y cuantas veces ni siquiera nos damos el tiempo de que se termine de consumir la Sagrada Forma para ya estar con nuestro corazón y nuestra mente puesta en otra cosa.

No le damos atención a las cosas sagradas.

De la misma manera muchas veces ponemos atención a alguna confidencia o problema de un amigo pero solamente con la cara, con el gesto, porque nuestro ánimo y corazón están en otro lugar.

El Evangelio de hoy nos habla de tener delicadeza con las cosas que merecen tenerla. Y las cosas de Dios merecen toda nuestra atención, toda nuestra delicadeza.

Como delicadeza es saludar en el aniversario de la fundación de la ciudad de Mercedes, algo tan importante. Saludos a todos los mercedinos que nos leen. Saludos y bendiciones para todos los que han nacido en la vieja Guardia de Luxan. Que la Virgen de las Mercedes los acompañe y proteja.

Y que a todos la Virgen Santísima de Luján nos de la delicadeza de tener el corazón atento para prestar atención y cuidado a las cosas que son de Dios.

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