El Evangelio de hoy, San Mateo, capítulo 9 versículos 9 al 13, es muy curioso porque nos relata uno de los llamados de Jesús y es uno de los relatos donde no solamente la persona acepta sino que literalmente deja todo.
Es Mateo el que está en la mesa de los impuestos, cobrando y siendo colaboracionista con el régimen invasor, mientras que Jesús le dice Mateo, ven y sígueme. Y Mateo, dejándolo todo, lo sigue.
Por supuesto, lo de siempre, cuando lo ven juntarse con este tipo de personas –los colaboracionistas eran muy mal vistos, en el pueblo de Israel– se lo hacen notar a Jesús, quien nos deja esta gran enseñanza: “Yo no he venido a llamar a los justos sino a los pecadores”. Y aquí es donde nos da cierta confianza y tranquilidad, porque no viene Jesús a buscar a lo bueno, a lo perfecto, a lo que ya está encaminado, sino que precisamente viene a buscar a la oveja perdida.
Cuando nos encontramos perdidos, desorientados, en la mala. Cuando estamos en la oscuridad y en el pecado nos rescata como lo hizo con Mateo.
Es bueno tener la disponibilidad, como Mateo, de animarnos a dejar de lado todo y a hacernos al camino con Jesús.
El llamado de Jesús no es para “buenitos”, para quienes ya están salvados, sino que El viene a buscar a los que estaban perdidos. Y tal vez un poco perdidos nosotros también estamos.
Quiera Dios que la Virgen nos haga visualizar nuestros errores, y qué cosas debemos dejar para seguirlo a Jesús y que, como Mateo, nos pongamos a su disposición.
Que la Virgen Santísima de Luján nos acompañe. Buen viernes.