Seguimos acompañando a Jesús en su predicación apostólica y volvemos al retomar hoy lunes el Evangelio de San Mateo, capítulo 19 versículos 16 al 22, donde se le acerca alguien y le pregunta a Jesús qué debe hacer para alcanzar la vida eterna, y Jesús le dice cumple con los mandamientos. El señor le pregunta cuáles son y Jesús le recita los 10 mandamientos.
Entonces este señor le dice que a todo eso lo ha cumplido desde su juventud, y le pregunta que más puede hacer, y así es que aquí viene lo que conocemos como consejo evangélico. No es un mandamiento sino un consejo. Jesús le dice si quieres ser perfecto, vende todo lo que tienes, dalo a los pobres, tendrás un tesoro en el Cielo, después ven y sígueme. Es decir, desprendete de todo lo tuyo y luego sígueme, que tendrás una recompensa en el Reino de los Cielos.
Este muchacho no hizo historia, no conocemos su nombre. En el Evangelio se dice que el joven se retiró entristecido porque tenia muchos bienes. Entonces no solo no vendió sus bienes sino que tampoco lo siguió a Jesús.
Diferenciamos mandamientos de consejo, y retomamos un tema de la semana pasada cuando decíamos que están los que eligen no casarse por el Reino de los Cielos. Están los mandamientos que son para todos pero están los consejos evangélicos que los asumen en libertad las personas individualmente. La Iglesia en su tradición los ha resumido en tres: la Santa Castidad, la Santa Pobreza, y la Santa Obediencia. En principio los profesan quienes pertenecen a órdenes religiosas pero están aconsejados para todo tipo de consagrados. Y el asiento bíblico es este diálogo que tiene Jesús con el joven, a quien le dice que si quiere aspirar a otros bienes debe vender todo lo suyo y seguirlo.
Quiera la Virgen Santísima brindar a la Iglesia abundantes vocaciones a la vida matrimonial, a la vida laica comprometida, a la vida sacerdotal, religiosa, monástica y misionera. Cada estilo de vida, pero en fidelidad.