En el Evangelio de Mateo, en el capítulo 19 versículos 23 al 30, nos encontramos con el diálogo de Jesús con sus discípulos –que imaginamos que se da en una caminata de pueblo en pueblo—en el que El retoma un tema que ha venido charlando delante de todos, o alguien le hace una pregunta, por lo que vuelve a insistir con que es mas fácil que un camello entre por el ojo de una aguja a que entre en el Reino de los Cielos un rico.
Vuelve al tema de la riqueza y del peligro de que las riquezas tienen no en sí mismas, sino porque pueden apoderarse de nuestro corazón. Entonces Pedro, tomando la palabra, pregunta y con nosotros que hemos dejado todo para seguirte, ¿qué va a pasar?
Y ahí Jesús promete que el que renuncia a una serie de bondades y de bienes, no de males, bienes lícitos como el matrimonio, la posesión personal y hacer la voluntad de uno, cuando las relega por otra opción de vida, como la sacerdotal o la religiosa, la gran promesa es que recibirá el 101 por ciento en esta vida y luego la vida eterna. Y termina diciendo Jesús que los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros.
Jesús no se deja ganar en generosidad. Cuando somos capaces de dar de lo nuestro a la pregunta nuestra “y a nosotros qué nos toca”, nos toca el Reino de Dios y su justicia. Todo lo demás es añadidura.
Es bueno pedirle hoy a la Virgen de Luján que tengamos mirada de futuro, a lo lejos, que no nos apeguemos a las cosas de hoy, que mañana no estarán, sino que nos esforcemos en atesorar Tesoros en el Cielo, como bien enseña Jesús.