En diversos momentos de nuestra vida, la estrechez nos incomoda. Preferimos estar holgados: holgados de tiempo, de dinero, manejarnos con holgura, con comodidad.
El Evangelio de hoy, domingo 25 de agosto, es tomado de Lucas, capítulo 13 versículos 22 al 30, donde Jesús en su pedagogía nos dice traten de entrar por la puerta estrecha, y a lo estrecho le da otro valor, otro sentido. Es decir, no buscar la comodidad, hacer lo que es más cómodo, lo que sale más fácil, no buscar siempre estar en el lugar de privilegio, sino esa cuota de ofrecimiento, de dadivosidad, de hacer un poco más allá de lo esperable, es decir la estrechez.
La estrechez en estos tiempos también de estrechez económica. Cuando tenemos que hacer que alcance el sueldo, o tal vez en nuestra economía familiar elegir una marca de segunda categoría, y no hacerlo con bronca y con penuria sino en la libertad de los hijos de Dios, sabiendo que de esto se puede aprender y que quizás algún hermano nuestro no tiene siquiera lo necesario para vivir.
Acostumbrarnos a la estrechez de afectos, de reconocimientos, en una serie de situaciones la estrechez. Animarnos a vivir la estrechez y buscar el Reino de Dios por la puerta estrecha. Porque es amplio el camino que nos lleva a la perdición.
Esta pedagogía de Dios la entendió muy bien la Virgen Santísima, que dice El miro la pequeñez de su Servidora. Y nosotros seguimos mirándonos en María, como espejo del buen cristiano.
La humildad, la sencillez, la estrechez… lo que tengo, con esto, soy feliz. No es feliz el que más tiene sino el que menos necesita.
Que nos acostumbremos a la estrechez en todos los órdenes y que en esto encontremos la felicidad y la paz.
Que la Virgen Santísima de Lujan nos dé una mirada nueva, incluso en los bienes materiales.
Buen domingo para todos. Con amigos, en familia o solos, pero siempre con Jesús.