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Santa Rosa de Lima y el Tesoro escondido

El Evangelio de San Mateo, en el capítulo 13 versículos 44 al 46, nos invita a reflexionar hoy, viernes 30 de agosto, a lo que se parece el Reino de los Cielos: un tesoro escondido. Un tesoro que alguien encuentra y que deja todo de lado para adquirir este campo y hacerse del tesoro.

El tesoro no es sino el Reino de los Cielos. Y dejar todo es lo que hizo en sus tiempos mozos, en el año 1586, Rosa, a quien conocemos en la historia como Santa Rosa de Lima, pues es esa ciudad la que la ve nacer. Es la primera santa latinoamericana y a quien hoy celebramos.

Ella supo en su vida de laica –ya que era laica de la orden de Santo Domingo, era terciaria dominica, conocida de San Martín de Porres, también peruano– encontrar primero el tesoro, luego dejar de lado todo para adquirir el campo y hacerse de ese tesoro. Y le costó dejar de lado una serie de bondades que el mundo le ofrecía.

En el caso de Rosa, la pertenencia a una buena familia, una posición acomodada, no hacer lo que se esperaba, lo políticamente correcto. Deja todo en busca del tesoro escondido. Se convierte en esposa de Cristo.

Quiera la Santísima Virgen de Luján ayudarnos a cada uno de nosotros a que seamos capaces de dejar aquellas cosas que en muchos casos no necesariamente son malas pero no son de Dios y ocupan el lugar que debe ocupar el Señor. Y que ese lugar ocupado se convierta en el tesoro por el que vale la pena vivir y morir, es decir dar la vida.

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