Estamos invitados este martes 3 de septiembre a reflexionar el Evangelio de San Lucas capítulo 4, versículos 31 al 37, donde se presenta a Jesús enseñando, y el asombro en Capharnaüm, en la ciudad de Galilea que enseñaba, y el asombro de quienes lo escuchaban, porque hablaba “como quien tiene autoridad”, dice el Evangelio.
Se preguntaban qué tiene su palabra, hablaba con autoridad, y poder en los espíritus impuros, porque acababa de expulsar un demonio y esto produjo el asombro de quienes lo escuchaban.
Así como decíamos ayer que las palabras de Jesús “levantan polvareda”, hay una diferencia entre la Palabra de Jesús y tanto “chamuyo” que anda dando vueltas. Escuchamos a gente que habla tanto y de gusto, en todos los órdenes, y en esto los argentinos somos especialistas. Basta pensar en la época de los mundiales, hay 30 millones de directores técnicos, todos sabemos y opinamos de fútbol.
Y en el orden de la política hay gente que no resiste un archivo por lo que ha dicho y dice en la actualidad.
Jesús habla como quien tiene autoridad. No en vano se lo llama El Verbo, La Palabra. Jesús es la Palabra hecha carne. Una Palabra que cambia nuestra vida, no nos llena de verso, de chamuyo. Es bueno escuchar esta Palabra y como María hacernos esclavos de esta Palabra de Dios, que tiene espíritu y tiene vida.
Quiera Dios que, como la Virgen Santísima, sepamos hacernos esclavos de la Palabra y no de cualquier chamuyo, y que también lo nuestro sea transmitir la Palabra de Dios y no el chamuyo barato y acomodaticio.
Que la Virgen Santísima nos ayude.