Tanto se ha dicho y se ha escrito sobre el día de hoy, sábado 12 de octubre, en que la Iglesia celebra a Nuestra Señora del Pilar, pero también civilmente como se le llama en la actualidad Día del Respeto y de la Diversidad Cultural y Día de las Américas. Se lo conocía como el Día de la Raza, en España es el día nacional y así lo celebran.
Mucho se ha escrito, hablado y discutido sobre el valor de lo que para nosotros fue en un momento el descubrimiento de América o el encuentro de dos culturas, con el dominio de una sobre la otra. Qué cosa es lo que deseamos celebrar sin menoscabo de nuestros hermanos, los pueblos originaros, y revalorizando cada vez más esas tradiciones que enriquecen nuestro acervo cultural. Desde la valoración de la whipala, hasta las costumbres ancestrales, que nacen desde el respeto a la Pachamama, y las costumbres que vienen de los pueblos que poblaron antes de 1492 estas tierras, no dejar de lado el valor de nuestro idioma español y fundamentalmente el valor de la Fe.
Encontramos en Ceferino Namuncurá una suerte de perfecta conjunción de la cultura de los pueblos originarios y de la Fe que llegaba.
De allí que el Evangelio de hoy es del Lucas capítulo 11 versículos 27 al 28 donde, frente a una alabanza a la Virgen, que dice una persona (“feliz el seno que te llevó y los pechos que te amamantaron”) y Jesús responde “felices más bien los que escuchan la Palabra de Dios y la practican”. Ser atentos a la Palabra de Dios.
Han pasado más de 500 años de la llegada del Evangelio a nuestra tierra. La flor más cercana nuestra de esta conjunción es Ceferino Namuncurá pero hay otros santos que han jalonado la historia de América, como Rosa de Lima, Martín de Porres, el beato Valdivieso Saenz y venerables argentinos como la madre Antonia Antula, o San Gabriel del Rosario Brochero. Pero el que conjuga ambas culturas, la de los pueblos originarios y la nueva, es Ceferino.
Que la inspiración de estos hermanos nuestros, mayores, nos lleve a valorar cada vez más a estos antepasados y dar gracias y comprometernos con la Fe nueva, atentos a la Palabra de Dios para ponerla en práctica.