El texto del Evangelio de hoy, que continuamos con Lucas capítulo 19 versículos 11 al 28, nos habla de una parábola muy conocida, donde Jesús en su pedagogía enseña que un señor antes de partir de viaje para ser envestido rey reparte bienes a sus servidores para que los administren.
A algunos le da un tanto, a otros otra cantidad y a su regreso pide cuentas. Es la parábola de los talentos.
Pregunta qué habían hecho y cada uno pasa a contar. Alguno dice que lo puso en intereses, otro hizo una inversión, y otro dice que tenía miedo, entonces enterró el dinero, le dio lo suyo y aquí no ha pasado nada. Jesús le dice “administrador infiel”, y pide “quítenle lo poco que tiene”.
El Señor no hace basura, todos nosotros algún talento tenemos, algún bien tenemos. En este reparto de carismas todos algo sabemos hacer. Dios no hace basura, nadie es tan rico que no necesite nada de nadie, ni nadie es tan pobre que no pueda compartir de lo suyo. Y ese talento que tenemos está para ser puesto a disposición, para fructificar.
La diferencia entre el miedo y el temor, es que el miedo paraliza. El santo temor de Dios nos pone en movimiento. No queremos ofenderlo y por amor ponemos manos a la obra.
Estamos invitados a dar fruto y fruto en abundancia. No es necesario inventar grandes cosas: lo ordinario hacerlo extraordinariamente bien. Eso lo ve el Padre en lo escondido y lo recompensa.
Que nos animemos a hacer multiplicar los bienes, los dones intelectuales, espirituales y afectivos. Y los vamos a multiplicar cuando nos animamos a darlos, a compartirlos.
Que la Virgen Santísima de Luján te acompañe.