Es una fiesta la de hoy, 21 de noviembre, conocida como la Presentación de la Santísima Virgen, en el templo. Es una fiesta que surge en el oriente cristiano y que luego es asumida por toda la Iglesia Católica.
Nos habla de la presentación que hacen los padres de la Santísima Virgen, que según la tradición llevaban los nombres de Ana y de Joaquín, quienes presentan a la niña al templo y la consagran a Dios. Algunos hablan de la avanzada edad de Ana y Joaquín, y estaba mal visto en Israel la esterilidad. Entonces ser visitados por Dios a partir de un hijo es una bendición. Lo mismo acontece con Zacarías e Isabel, cuando esta queda embaraza de Juan El Bautista.
La tradición enseña que en agradecimiento al Señor, Ana y Joaquín consagran a la Virgen Santísima de pequeña.
La Iglesia ve en este gesto de consagración de María un adelantamiento a lo que luego iba a ser esta virginidad sagrada de la virgen y haber sido concebida sin pecado en vistas a la Sangre Redentora de su Hijo, precisamente porque se preparaba todo el Ser de la Virgen para que fuera Madre de Dios.
El Evangelio que se nos invita a reflexionar hoy es tomado de Mateo capítulo 12 versículos 46 al 50, donde Jesús le dice o responde a su entorno que “Mi madre y mis hermanos son aquellos que escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica”.
¿Quién más oyente y más esclava de la Palabra que la Virgen Santísima?. Ella misma dice “Yo soy la servidora del Señor, la esclava del Señor, que en mí se haga carne el Verbo”. Es con justicia llamada Madre de Dios, no solamente porque lo concibe en su corazón sino en sus entrañas.
Es bueno que nos animemos también nosotros a presentarnos –como dice el Apóstol San Pablo–como “oblación pura, agradable a Dios”, a pesar de nuestros años, nuestros pecados, nuestras debilidades, nuestros errores y zonas oscuras. Dios nos quiere de esa manera. No ama el pecado sino al pecador.
Que nos animemos a presentarnos, siempre y cuando escuchemos la Palabra de Dios y hagamos su voluntad, porque de esa manera somos contados entre los familiares de Jesús.
Que la Virgen en su Presentación nos acompañe a nosotros a que nos presentemos como oblación pura y agradable al Señor.