El Evangelio de hoy miércoles 4 de diciembre, es tomado de San Mateo capítulo 15 versículos 29 al 37. Lo contemplamos a Jesús en plena actividad apostólica, no solamente enseñando sino haciendo milagros: curando enfermos, sanando espiritual y físicamente a enfermos.
Nos revela el Evangelio una particularidad del corazón de Jesús, que se compadece cuando ve a toda esta gente y teme que al volver desfallezcan de hambre, dice “me da pena esta multitud, hace tres días que están conmigo”. Lo estaban escuchando y viendo sus maravillas.
Jesús ve la necesidad y se da cuenta de que no alcanza con decir buenas palabras sino que la caridad debe necesariamente pasar por las manos y debe solucionar la urgencia, el hambre del otro.
Hemos escuchado tantas veces “al que tiene hambre no le des pescado, enséñale a pescar”. Es una verdad, pero mientras tanto por lo menos dale un pescado porque si no ha comido no puede tener fuerzas para aprender a pescar.
Y Jesús nos enseña a animarnos a poner de lo nuestro, pregunta “¿cuántos panes tienen?”, va a hacer milagros a partir de lo poco que tenemos.
“Tenemos 7 panes y unos pocos pescados”. ¿Qué puede hacer esto ante tanta multitud?
Muchas veces frente a tanto hambre intelectual, espiritual, afectiva, de comprensión, de justicia, podemos sentir que no tenemos nada en nuestras manos, sin embargo algo tenemos, nos tenemos a nosotros mismos para ponernos a disposición.
Cuando somos capaces de poner de lo nuestro, incluso de nuestra pobreza, Dios bendice y multiplica, y cuando multiplica alcanza y sobra, Dice el Evangelio de hoy, y así termina, “todos comieron hasta saciarse”. Porque cuando actuamos en compañía del Señor y todos ponemos de lo nuestro, El hace la multiplicación y alcanza para saciar a todos.
Que en este Santo Tiempo del Adviento, en el cual la penitencia y la limosna son características, nos animamos a dar no de lo que nos sobra sino de nuestra necesidad, para sanar y acompañar la necesidad y el hambre de los otros.
Que nos acompañe en esto la Virgen de Luján.