Pucha, justo ahora que te necesitamos en el arco te fuiste a jugar al cielo.
Es que tenés que atajar la más difícil, este tiro imposible.
Vos que sacaste tantas al ángulo.
Que lejos quedó tu Rufino natal, donde hace 93 años naciste con las manos inquietas. Cómo habrás sido predestinado que el día que naciste es el día del arquero, el 12 de Junio, para que nadie más se hiciera el vivo y deje alguna cuenta sin pagar.
Sí, ahora te necesitamos con los cortos y la gorra. La misma que te quiso escamotear Rojitas para sacarte la fuerza, como a Sansón, viste. Necesitamos tipos que no arruguen y con experiencia. Y ahí estás vos, que te adueñaste del arco a los 18 años y de ahí no te sacaron más.
¡Y mirá que te tocó enfrentar a tu ídolo, Erico! Si no lo podías creer. Hace nada lo tenías en un poster en la pensión de River y ahora lo tenés enfrente queriéndote romper el arco. Pero no, le ganaron 2 a 1 y vos le diste la mano y le pediste un autógrafo. Cosas del respeto.
Te necesitamos en esta “Tarzán”, vos que jugaste con los más grandes; el Charro Moreno, la Saeta Di Stéfano, el Cabezón Sívori, Onega, Artime y tantos más. Porque en esta parada necesitamos a los mejores; a los que sean fieles a su camiseta y a su gente.
No a los perfectos, ¡qué va! a los que se levantan de un fracaso y van por la revancha. Como vos cuando en el 64 te robaste la Copa de las Naciones en Brasil y dejaste atrás la desilusión del ´58 en Suecia. Necesitamos a los talentosos sí, pero más a los obstinados.
Vos fuiste el ídolo de nuestra infancia, de nuestros potreros. Allá por la 16 al fondo, en el Maracanito, cuando hacíamos pan-queso, el puesto de arquero tenía un solo nombre; Amadeo.
Los otros podían cambiar según los avatares del campeonato, pero en el arco había un solo nombre; no importaba de que equipo eras, sí de Boca, San Lorenzo, Racing. En el arco eras Amadeo.
Así, sin apellido, el nombre sólo. Amadeo y arquero eran la misma cosa.
Por eso te queremos en esta parada. La más difícil.
No me vengan con la edad y esas cosas, eso es para otros.
¿O no te acordás que con 41 años te quedaste con el récord de arco invicto? 769 minutos. ¡Ocho partidos! Era Junio del 1968.
Necesitamos de vuelta a la gente en las tribunas, las queremos cerca, que griten un gol o que aplaudan una atajada. Y sentir la emoción del montón, del pueblo libre otra vez, tenemos que recuperar a nuestros hijos, a nuestros padres, a las novias, celebrar los días. Como ese, en la cancha de Vélez, en el minuto 21, cuando todo el estadio se levanta sin previo aviso, sacan sus pañuelos blancos y los agitan al aire como una bandera de la paz repartida en 45 mil almas. Una causa común, un reconocimiento.
Al esfuerzo, a la constancia, a las buenas artes.
Amadeo, Amadeoo, Amadeooo… Fue la única vez que te sacaste la gorra y lloraste.
Frente a propios y extraños. Eso necesitamos.
Unirnos.
Entonces dele Maestro, una vez más. Vaya a los tres palos.
Atájenos este balinazo, saque esta inmundicia al córner. Como le sacó a Gerson en el ´64 con mano cambiada y nos llevamos el Campeonato.
Se lo pide un hincha de Independiente, como era usted de pibe y los de Newell´s, de Rosario, de Colón, de Talleres, se lo pedimos todos, juegue con la celeste y blanca. Una vez más.
No queremos que la gente se quede sin bautismos, sin cumpleaños, sin encuentros. Este maldito nos ha robado hasta los velorios. Como el suyo. La gente, los hinchas de todos los equipos queremos despedirlo como usted se merece, como todos nos merecemos.
Vaya Maestro, póngase los guantes que le regalo Yatsin, -la araña Negra- y ataje este penal.
Y recuperemos la vida.
* Oscar Dinova es escritor y docente rural jubilado