La Rosácea es una afectación inflamatoria crónica y recurrente de la piel, que se caracteriza por afectar a las zonas convexas de la cara como las mejillas, la frente, el mentón e, incluso, el cuello y el escote. Y se presenta con eritema centrofacial, o sea un enrojecimiento que al principio suele ser transitorio, pero que luego se puede transformar en permanente.
Es importante saber que pueden aparecer venitas visibles en las mejillas (telangiectasias), y a menudo pápulas pústulas, que son granitos en las zonas afectadas, los que muchas veces se pueden confundir con acné.
¿Cuáles son los factores que pueden desencadenarla? En la lista de los desencadenantes de la Rosácea se encuentran la exposición a la radiación ultravioleta (tomar sol sin el protector adecuado), el calor, el frío, el consumo de alcohol, el consumo de picantes, el estrés y los cambios bruscos de temperatura.
Si bien la Rosácea es una patología que no tiene cura, es muy importante remarcar que sí tiene un tratamiento que ayuda a quienes la padecen a evitar el avance y a mejorar su calidad de vida, ya que se trata de una enfermedad de la piel que conlleva una importante carga emocional.
¿Qué percibe un paciente? Los síntomas más frecuentes son: calor, ardor, sequedad y prurito, o sea picazón.
¿Cómo tratarla? El tratamiento no es solamente tratar la patología en sí, sino que también es analizar sobre qué tipo de piel se asienta, ya que no es lo mismo si lo hace sobre una piel seca, una piel grasa o una piel mixta.
Si bien la Rosácea es una patología que no tiene cura, es muy importante remarcar que sí tiene un tratamiento que ayuda a quienes la padecen a evitar el avance y a mejorar su calidad de vida
La Rosácea se clasifica en grados, y su tratamiento dependerá de cómo la clasifique el dermatólogo. Cuando la patología entra dentro de los grados más avanzados, puede causar proliferación de tejidos y glándulas sebáceas, afectando la zona de la nariz (lo que se llama rinofima), e inclusive, en el 50% de los casos, puede llegar a causar afectación ocular. Por eso es muy importante el análisis del profesional para poder definir el tratamiento adecuado, que puede ir desde rutinas faciales, las que consisten en limpiar, descongestionar, hidratar y proteger la piel; tratamientos vía oral; y hasta terapias lumínicas con láser.
Porque el cuidado de nuestra piel es importante, si tenés algunos de los síntomas mencionados no dudes en consultar a un profesional.
Danisa Elisabeth Rendon
Médica dermatóloga
Dermatología clínica y estética
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