Qué injusticia es todo. Un tipo como vos no podía morir un día tan normal como hoy. Perdoname el egoísmo, pero tantas veces se ha dicho que vos sos del pueblo que entonces me animo a decir que tendrías que haber muerto el 29 de junio de 86, levantando la copa. Esa hubiera sido una linda fecha, un día heroico, una jornada mítica, casi irreal, como eras vos.
Pero no. La vida te siguió arrastrando hasta estos días burlones. Mirá que había fechas, eh. Podría haber sido el 24 de junio del 90, también. Después de esa corrida memorable, esa apilada de camisetas amarillas y ese pase agónico para que el Cani defina como nunca lo hizo Higuain. Pero no, el tiempo empezó a ensañarse y a mostrarte delante una zanahoria podrida que no había que perseguir.
Empezaron los tumbos, los quilombos. La cancha empezó a quedarte lejos. El tiempo te desdibujaba el gesto. Ya no eras un tipo feliz. Pero te recuperaste a lo grande, ¿de qué otra forma, sino, tratándose de vos? pudiste haber muerto el 10 de octubre del 93, el día que debutaste en Newells contra el rojo en Avellaneda. Estabas radiante, había vuelto la leyenda. Un momento justo para morir. Incluso antes del partido, si querés. Porque te confieso que hasta a mí, que soy del rojo, me dio un poco de pena que volvieras con un tres a uno en contra y que el Beto Alfaro Moreno haya sido la figura.
La vida te siguió arrastrando hasta estos días burlones. Mirá que había fechas, eh. Podría haber sido el 24 de junio del 90, también. Después de esa corrida memorable, esa apilada de camisetas amarillas y ese pase agónico para que el Cani defina como nunca lo hizo Higuain. Pero no…
El tiempo siguió molestando y uno, tan acostumbrado, no le da pelota. ¿Qué necesidad, la puta madre, de verte hecho una señora gorda que la ayudan a cruzar la calle el último partido con San Lorenzo? ¿Por qué?
Te tiro otra fecha, si querés. El 21 de junio del 94, después de explotar las venas del cuello en ese grito de gol frente a las cámaras. Golazo contra Grecia y morir en paz, podría haber sido. Ya sé, ya sé que eso no dependía de vos. Pero me da bronca, che.
O incluso aquella jornada histórica en la bombonera donde te despediste plagado de figuras y el famoso la pelota no se mancha. Fue el 10 de noviembre del 2001. Podría haber sido ahí que te agarrara un paro cardíaco frente al micrófono después de la frase célebre y a otra cosa. Suena fuerte, ya lo sé. Pero como te dije al principio, si vos sos del pueblo, entonces puedo opinar.
Ojalá algún día aparezca un bicho de mierda como el virus este que tenga la peculiaridad de borrarnos de la memoria todos los momentos pelotudos donde no pasa nada, esa repetición boba de las cosas de siempre. Ojalá ese virus nos borre este día…
¿Por qué el tiempo te siguió dando la derecha? En ese momento ni celulares había, y hoy, estamos tan acostumbrados a tus memes, tan acostumbrado a que cualquier perejil te boludee, que me da mucha bronca. Todo esto de tu muerte insulsa, tu muerte tan comunacha, tu muerte tan seguida de internaciones, ambulancias, médicos, partes diarios y toda esa cosa tan cotidiana, tan para el resto, no para vos, me da mucha bronca.
Ojalá algún día aparezca un bicho de mierda como el virus este que tenga la peculiaridad de borrarnos de la memoria todos los momentos pelotudos donde no pasa nada, esa repetición boba de las cosas de siempre. Ojalá ese virus nos borre este día y entonces voy a poder discutir en cada sobremesa que tu muerte fue dentro de la cancha, en algunas de aquellas tardes icónicas.