Nunca pensé que alguna vez en mi amada Mercedes, se iba a poner en debate la figura de Héctor Cuchietti, pero sí, una mujer hizo punta, y sacó a la luz una de las tantas facetas de esa persona
¿Hay que animarse, no? Hay que tener coraje para exponerse de esa manera, ante la opinión de los y las vecinas, y de los/as ciudadanos/as en general.
Es que las heridas quedan hasta que se curan, y a veces el tiempo no alcanza para sanar, entonces sólo están invisibles, pero están, y siguen perturbando.
Mientras estoy escribiendo, me estoy preguntando: ¿por qué necesito decir lo que pienso, lo que siento? ¿A alguien le interesa?
No lo sé… Pero el mes de marzo parece que revive todo, y eso es lo que tiene de bueno recordar en forma colectiva: se revive, se vuelve a comprender, pero de una manera siempre nueva, siempre distinta, para poder superar, sin negar, sin ocultar…
Y recuerdo ahora, cuando hace ya muchos años, se debió definir en el Concejo Deliberante que Videla sería persona no grata en nuestra ciudad (yo vivía en Bariloche en ese momento), y a pesar de que era tan obvio lo que era y representaba Videla, también trajo desencuentros, hasta familiares…
Y bueno, no hay vida sin movimiento, sin riesgo, sin contradicciones…
Y vuelvo al principio: esto que estas mujeres sacaron a la luz, justo en este mes de marzo, mes de memoria, verdad y justicia, también trae otros hechos, relacionados con este cura, y otros curas de ese tiempo, y otras gentes de la iglesia católica o no, que se abroquelaron alrededor de discursos que en nombre de la defensa del orden “occidental y cristiano” se unieron a la doctrina de la seguridad nacional, sostenida, levantada por las fuerzas armadas, empresarios, civiles, etc. etc. etc.
Hubo un cura que escribía en los diarios editoriales, disfrazadas de relatos, sembrando la sospecha de subversivos sobre militantes políticos, docentes, abogados, de la ciudad, cuando ya la Triple A estaba funcionando, eso y una condena a muerte en ese tiempo era casi lo mismo; otro desde el púlpito, terminó sus palabras diciendo: al que no le gusta, que se vaya… otro directamente era capellán del Regimiento 6… Pero, nobleza obliga, también hubo sacerdotes, en Mercedes, que se distanciaron de esas miradas y acciones tan inhumanas, tan injustas, y puedo dar fe de eso.
Me viene a la memoria, en este momento, esa frase evangélica, creo: “Dejen que los muertos entierren a los muertos… y cuando se pone la mano en el arado, ya no se mira hacia atrás…” Y la re-pienso, porque es común que digamos antes situaciones complicadas, que nos hacen sufrir: Bueno, hay que mirar para adelante, el pasado ya fue, nada podés hacer para que se cambie… Y es verdad…
Pero cuando ese pasado, se hace presente, con heridas que perduran, con verdades a medias, cuando lo relativo y lo coyuntural llevan a banalizar algo tan inmenso como los DERECHOS HUMANOS, cuando vemos asombrados y dolidos hermanos y hermanas con sus casas, con sus vidas destruidas por un fuego hecho de intereses viles como el dinero, cuando vivimos tantas situaciones que no podemos comprender, ni aceptar… tantas… no es tiempo todavía de mirar sólo para adelante.
Yo creo, siento, que todos y todas tenemos mucho para revisar. No sé qué pensarían esas compañeras y compañeros que quedaron en el camino en la lejana década del 70, de estos tiempos que vivimos ahora, pero sí siento que en honor a su memoria, a sus vidas, no puedo ni debo darme por vencida, y si un día ponemos la mano en el arado para no mirar atrás, será porque de algún modo esas deudas de vida y de historia, están saldadas.
Virginia Altube. Por la generación del 70: Memoria, Verdad y Justicia. Por Martín. Capilla del Monte – Córdoba – Marzo 2021