Un basural clandestino tiene a maltraer a los vecinos de varios barrios, que deben soportar los humos y olores tóxicos de las permanentes quemas, mientras que los bomberos voluntarios ya son habitués del lugar al que a menudo concurren a apagar lo imposible. Está en la prolongación de calle 22 bis, en medio de una gran cava inundada, camino al frigorífico Lamar, debajo de los puentes de ruta 41 y vías, a poco de la entrada a Mercedes.
Un cartel que dice «prohibido arrojar basuras, propiedad privada», en la misma puerta del extenso predio, da la bienvenida a quien quiera tirar cualquier cosa. Y allí van desde trabajadores de poda hasta los que gustan arrojan en cualquier lugar desechos domiciliarios, muebles, televisores, mantas, plásticos, en fin, lo que uno se imagine. Y todo se incendia muy seguido, con el consiguiente perjuicio e impacto ambiental en el predio y los alrededores.
Por el camino de calle 22 cruzando ruta 41 los bomberos reconocen que van seguido con sus móviles, maniobrando entre los pozos, aunque hace unos cuantos días que afirman que no se llegan al lugar, que ayer y esta tarde misma estuvo humeando. “La gente tira basura en la calle y en la cava y la prenden fuego”, reconocen los servidores públicos. “Vamos bastante seguido”, cuentan.
“Se junta gente que va a trabajar con la basura, no sabemos por qué queman los residuos”, concluyen los bomberos.
Un problema que deben enfrentar quienes transitan por el puente de ruta 41 sobre las vías a menudo, además, es la falta de visibilidad que se hace más que peligrosa por la humareda de las quemas.
El basural no es nuevo, sino que tiene años. La inacción y el descontrol ambiental en el lugar también.
