Este martes 27 de abril partió físicamente Marcelo Bustos Berrondo, un hombre que dejó su vida escrita letra a letra.
En realidad, este pequeño recuerdo a modo de homenaje, debería tener sonido. El sonido del teclado de la máquina de escribir, ese teclado que Marcelo acariciaba con sus manos letra por letra, hasta formar palabras y con ellas textos y notas inolvidables.
Nunca se entregó a la tecnología, aunque las computadoras estaban al alcance de la mano y podrían haberlo seducido con su porte moderno, su rápida resolución y tantas ventajas, sin embargo, él permaneció fiel a su vieja Remington, que ocupó un sitial de honor, en el amplio e histórico escritorio de la dirección del diario ‘El Oeste’, propiedad de la familia, que dirigió durante muchos años. Quizás, porque ella con el tintinear de sus teclas sobre el papel, detenía el tiempo y recordaba las noches de bohemia, donde las madrugadas estaban plagadas de noticias y de duendes.
Tanto en el diario ‘El Día’ de la ciudad de La Plata, o en su querido diario ‘El Oeste’, su vida estuvo teñida de papel y tinta.
En ellos volcó a ‘Don Zenón’ y se fue muchas veces ‘Caminando por la vereda’, poniendo la palabra justa, la reflexión certera y una debilidad por la poesía y la historia de esta ciudad nuestra.
Tanto en el diario ‘El Día’ de la ciudad de La Plata, o en su querido diario ‘El Oeste’, su vida estuvo teñída de papel y tinta.
Un periodista impecable, de raza, de raza Bustos Berrondo podrían decir muchos, de tinta corriendo por sus venas, de ideales democráticos heredados desde la cuna, siguiendo un camino recto marcado de generación en generación.
Un excelente ser humano, con un cariño muy especial por su familia y también por sus amigos.
Los que tuvimos la suerte de conocerlo, supimos de su bonhomía y el respeto absoluto por el trabajo del otro.
Nos enseñó mucho sin proponérselo, porque una charla con él siempre era enriquecedora, siempre tenía una historia para contar. Ahora, seguramente, las compartirá en alguna ronda de amigos, ya sin tiempo, sin corridas de última hora porque el reloj apremia, porque hay una primicia y hay que cambiar la foto de tapa a último momento, y porque hoy, con un gran dolor en el alma, rezan las necrológicas que Marcelo ha muerto.