Paula -supongamos que se llama Paula- se presenta en un encuentro grupal de orientación vocacional diciendo que no sabe qué estudiar. Le pregunto si le gusta estudiar y responde que no, que odia estudiar, que en la escuela le va bastante mal. Para Paula, ir a la universidad no es una opción. Sus dudas se acotan a elegir el elemento de tortura: el grillete en el cuelo, la descarga eléctrica o los azotes en la espalda. “No sé qué estudiar pero quiero alguna carrera clásica. Las carreras clásicas son las que siempre van a tener trabajo», dice. Paula tiene 17 años y está claro que esa frase no es propia, que la escuchó en la casa, en la escuela o quién sabe dónde. Tampoco importa la fuente, porque el efecto ya está dado. Paula está convencida de lo que dice.
Agustina -supongamos que se llama Agustina- activa el micrófono y dice que no, que no está de acuerdo. «Al contrario, está lleno de gente que estudia esas carreras y después no vas a tener lugar para trabajar», dice. «Para mí hay que estudiar esas carreras que no conoce nadie, ahí tenés trabajo seguro». Agustina tampoco conoce esas carreras que “nadie conoce”. Su argumento es meramente cuantitativo.
La situación está planteada. Es el primer encuentro y los chicos no tardan en dejar expuestas esas frases que se instalan como verdades absolutas y condicionan la visión de futuro y la instancia de elección.
Si en la última década la oferta educativa creció exponencialmente y cada año surgen tantas carreras como brotes en primavera ¿por qué, entonces, los jóvenes siguen apostando a las carreras clásicas?
Pregunto al grupo si saben cuál fue la carrera con mayor inscripción este año (en Argentina). Las respuestas son variadas. Cada uno responde desde la opinión condicionada de prejuicios, miedos, del entorno familiar y escolar salpicando, también, la historia laboral de sus padres.
Les digo, entonces, que en la UBA (Universidad de Buenos Aires) las cinco carreras con mayor inscripción en el 2022 son: medicina, psicología, abogacía, contador público y arquitectura (1). Seguramente de las carreras más tradicionales que podemos encontrar.
Si en la última década la oferta educativa creció exponencialmente y cada año surgen tantas carreras como brotes en primavera ¿por qué, entonces, los jóvenes siguen apostando a las carreras clásicas? ¿Es por lo que dice Paula?
Después de tres o cuatro respuestas, Ariel -supongamos que se llama Ariel- dice “porque son las más conocidas». Hay un silencio, por unos segundos nadie habla. El silencio parece darle la razón, nadie tiene una respuesta superadora.
Una manera de permanecer en la zona de confort lo más confortable posible cuando los cambios se avecinan, cuando el ciclo escolar va terminando y tomar decisiones se hace inevitable, es aferrarse a lo conocido, o a lo más conocido posible dentro de un escenario novedoso. Buscar, en nuestro propio universo imaginario, lo que tenemos más a mano para afrontar lo que viene. Seguir vinculado a una institución educativa, por ejemplo, o buscar vía el deseo del otro y elegir la carrera que estudió fulano.
En tiempos volátiles y turbulentos los chicos -y los grandes también- buscan certezas, quieren «estar seguros y ganar bien». Y esa búsqueda es engañosa porque la brújula subjetiva apunta muchas veces a lo conocido, a ese camino transitado por otros que nos hace sentir menos solos y más acompañado en un momento de mucha incertidumbre y angustia.
¿Cuáles son esas carreras que, como dice Agustina, nadie conoce?
«Y… las informáticas» responde Lautaro -supongamos que se llama Lautaro- como si fuera una obviedad. Otra vez el debate. Otra vez cada uno responde desde su micro universo porque estamos en el comienzo, en el primer encuentro grupal del proceso de Orientación vocacional y no tienen porqué haber hecho, todavía, una exploración un poco más exhaustiva.
La semana pasada Infobae (2) sacó una nota sobre el tema y el listado se compone así:
Ciencias de datos «…los graduados llegarán a cubrir puestos en modelado matemático, computación o big data que hoy encuentran un amplio rango salarial, de entre 200 mil y 400 mil pesos…», Plantas propulsoras marinas «…encabeza el ranking de las carreras mejor remuneradas en el país para recién graduados… con que el salario mediano -eliminando los extremos inferiores y superiores- era de 434.606 pesos… Sin embargo, pese a esos salarios, entre 2016 y 2018 la carrera solo tuvo 20 graduados…», Geofísica «… La principal demanda está en el sector energético, con YPF a la cabeza, y en investigación científica con un salario mediano de 178.825 pesos para los recién graduados a principios de este año… «, Ciencias de la atmósfera «…La carrera tiene la singularidad de que cuenta con pleno empleo. Es decir, todo estudiante conseguirá un empleo con seguridad una vez que se gradúe e incluso antes. Lo que sucede es que son muy pocos estudiantes: menos de 200 en todo el país y los graduados por año se cuentan con los dedos de una mano.» y Actuario «… se dedica a la gestión del riesgo… Primero lo identifica, luego lo caracteriza y por último desarrolla instrumentos para gestionarlo. Arma modelos estadísticos que permiten interpretar y cuantificar el riesgo en seguros, en finanzas, créditos, pensiones y jubilaciones, el riesgo de default, el riesgo de fraudes en e-commerce…»
Claro que no menciono la nota porque todavía no había sido publicada. Terminamos el primer encuentro con preguntas abiertas. Los invito a explorar, que busquen información. Que ensayen acciones que nunca hicieron, que amplíen el mundo conocido. Que más adelante volveremos sobre estos temas. Por lo pronto, en el próximo encuentro, nos abocaremos al mundo interior, a la identificación de intereses.
Lic. Marcos Tabossi
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