Como ciudadano, me resulta difícil iniciar esta reflexión. Experimento una mezcla de decepción, tristeza, enojo e incluso una pizca de incredulidad.
Después de 40 años de democracia, percibo que el legado del peronismo K ha empobrecido al país de una manera atroz. El kirchnerismo ha gobernado durante 16 años y ha cosechado varios récords: la inflación que avanza hacia la hiperinflación, el endeudamiento de más de 400 mil millones de dólares (lo de Macri fue de 40, el resto es propio), el récord de pobreza del 45%, y el récord de sospechas y casos de corrupción.
Tragedias por falta de inversión o supuesta corrupción, como la tragedia de Once, emisión descontrolada de papel moneda con destrucción de nuestra moneda que no vale nada, dólar a 1000 pesos, y educación de pésimo nivel son solo algunas de las consecuencias lógicas de tamaño desastre.
A pesar de la campaña del miedo, el empapelamiento con billetes sin respaldo, la mentira como norma de comunicación y la postergación de la verdad en aras del relato de ciencia ficción, todo fracasó.
No pueden aceptar la derrota, la pérdida de cajas y privilegios, y en una actitud fascista y antidemocrática, no quieren permitir el desempeño de las nuevas autoridades
Pero con el máximo cinismo y sin ninguna autocritica, diputados, senadores, gremialistas y concejales de Unión por la Patria (¿Cuál Patria: la que destruyeron o la que imaginaron en sus cuentos de hadas?) salieron a repudiar las medidas de un presidente electo por amplia mayoría que no tiene ni un mes en el Ejecutivo.
No pueden aceptar la derrota, la pérdida de cajas y privilegios, y en una actitud fascista y antidemocrática, no quieren permitir el desempeño de las nuevas autoridades. Como si no hubieran tenido tiempo para implementar su proyecto de gobierno y como si éste no hubiera fracasado rotundamente.
Einstein decía que hacer siempre lo mismo y esperar resultados diferentes es la definición de locura. Pues sepan, señores K, que los argentinos no nos volvimos locos, y por eso votamos algo muy diferente. Nos cansamos de inutilidad, mentiras, aprietes y bravuconadas.
Estamos hartos del discurso hegemónico, de aquellos que se creen propietarios del privilegio de la moral y gerencian hambre y sometimiento, de los soldaditos de la miseria que por unos pesos repiten discursos que ni siquiera comprenden, y de los políticos K obsecuentes incapaces de mirarse al ombligo.
Estamos hartos de gremialistas millonarios que callan durante gobiernos peronistas, aunque sus afiliados se empobrezcan con políticas de alta inflación y deterioro salarial, y levantan la voz y paran apenas se inicia un gobierno de otro signo.
Estamos hartos del discurso hegemónico, de aquellos que se creen propietarios del privilegio de la moral y gerencian hambre y sometimiento, de los soldaditos de la miseria que por unos pesos repiten discursos que ni siquiera comprenden, y de los políticos K obsecuentes incapaces de mirarse al ombligo.
Los argentinos esperamos que aprendan las reglas de la democracia, el respeto al que piensa distinto, al que tiene otra idea de país, al que no quiere aliarse con dictaduras como Irán, Venezuela, Cuba o la Rusia de Putin, y prefiere acercarse a países democráticos.
En cuatro años, tendrán la oportunidad de volver a competir. Aunque de corazón les hago una sugerencia: elijan mejor el título. Los últimos nombres que usaron, Frente para la Victoria, Frente de Todos y Unión por la Patria, tienen cierto tufillo a dictadura.
Mauricio Battafarano es doctor en Medicina, Psiquiatra, Psicoterapeuta y Profesor Universitario.