El arzobispo Jorge Eduardo Scheinig encabezó la celebración del miércoles de ceniza en la Iglesia Catedral Basílica Nuestra Señora de las Mercedes. Este día, que marca el inicio de la Cuaresma para la comunidad católica, fue especialmente significativo para los fieles que se congregaron para recibir la imposición de ceniza como símbolo de penitencia y reflexión.
Acompañado por el Padre Juan Carlos Bouzou, párroco de la Catedral, y el Padre Lucas Figueroa, vicario de la Arquidiócesis, el Arzobispo presidió la Santa Misa, instando a los fieles a preparar sus corazones para el tiempo de preparación que conduce hacia la Pascua.
«En este día especial, nos reunimos como comunidad para iniciar nuestro camino hacia la Pascua, buscando la gracia de la oración, el ayuno y la limosna», expresó el Arzobispo Jorge Eduardo en su homilía. «Que este tiempo de Cuaresma sea para todos nosotros una oportunidad de renovación espiritual y de acercamiento a Dios».
Con la ceremonia del miércoles de ceniza, la Iglesia Católica da inicio a la Cuaresma, un tiempo de reflexión, penitencia y renovación espiritual que culminará en la celebración de la Pascua, la fiesta más importante del calendario litúrgico cristiano
El miércoles de ceniza es una fecha importante en el calendario litúrgico católico, marcando el inicio de un período de cuarenta días de preparación para la Semana Santa. Durante este tiempo, los fieles son llamados a reflexionar sobre sus vidas, a hacer penitencia y a renovar su relación con Dios.
La imposición de ceniza, realizada por el Arzobispo y los sacerdotes presentes, simboliza la transitoriedad de la vida humana y la necesidad de arrepentimiento. Es un recordatorio de la fragilidad de la existencia terrenal y la importancia de vivir en sintonía con los valores del Evangelio.
El Arzobispo Jorge Eduardo concluyó la celebración instando a los fieles a aprovechar este período de gracia para crecer en su vida espiritual y acercarse más a Dios.
Con la ceremonia del miércoles de ceniza, la Iglesia Católica da inicio a la Cuaresma, un tiempo de reflexión, penitencia y renovación espiritual que culminará en la celebración de la Pascua, la fiesta más importante del calendario litúrgico cristiano.