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“El Marqués de Sade” se presentó en la Primera Maratón Teatral de Mercedes 2024 “Tulio Carella”

El 20 de septiembre de 1984, en medio de la esperanza democrática, Ernesto Sábato entregaba al entonces presidente de la República Argentina, Raúl Alfonsín, la recopilación de datos realizada por un grupo de notables, quienes conocieron, a partir del testimonio de las víctimas, lo sucedido en los campos de concentración que funcionaron desde 1976.

Este informe, poco tiempo después, se transformó en un libro publicado por EUDEBA (Editorial Universitaria de Buenos Aires) y fue sintetizado en una frase: “NUNCA MÁS”, acuñada por el gran dramaturgo argentino Carlos Somigliana, uno de los autores medulares de la generación del ’60 y fundador de Teatro Abierto. Somigliana compartió época, estilo de escritura y, en algunos casos, amistad con escritores como Ricardo Halac, Roberto Cossa, Osvaldo Dragún, Germán Rozenmacher, Griselda Gambaro y Ricardo Talesnik.

Sus obras de teatro indagan en hechos del pasado para pensar el presente, combinan referencias o personajes históricos con situaciones ficcionales, insólitas y cargadas de metáforas. Un ejemplo es la pieza que, justamente el 20 de septiembre pasado, subió a escena en el Museo de Arte Moderno Mercedes (MAMM) bajo la dirección de Fabián Morales, responsable de la Primera Maratón Teatral Mercedes 2024 “Tulio Carella”.

Un grupo de actores pertenecientes al Taller Municipal de Teatro dio vida a El Marqués de Sade, una obra basada en el texto de Somigliana El Nuevo Mundo y adaptada por Morales.

La obra, inscrita en el grotesco, muestra la llegada de un ser espurio y depravado, como el tristemente célebre Marqués de Sade, al Nuevo Mundo: América.

Al mismo tiempo, hace desfilar a los actores que componen el entramado social del momento: Lucinda (Gaby Quiroga), la criada que representa al pueblo; madame Roberta (Adriana Giordano), la clase alta de dudosa moral; el ministro de gobierno (Exequiel Crocci), símbolo de la nueva especie política de América, solapada y deshonesta; el falso fraile (Charly Vera), quien encarna la hipocresía de la Iglesia; el policía corrupto (Javier Torres), capaz de crear todas las mentiras posibles para encubrir la realidad a cambio de dinero; y el Marqués de Sade (Pablo Sana), quien, aunque anacrónico al ser un personaje de 1814, muestra la añoranza burguesa de los que dominan por adoptar el sadismo que Sade impone desde que se inicia la pieza, importándolo a estas nuevas tierras e instalándolo definitivamente en ellas.

La obra, planteada desde el absurdo y el humor, fue característica de los años de Teatro Abierto durante el proceso dictatorial, cuando era necesario realizar una crítica social velada sobre lo que acontecía.

Curiosamente, su contenido sigue siendo de una actualidad abrumadora en nuestra sociedad, donde se reproducen patrones comunes. La versión de Fabián Morales convierte la obra en una gran metáfora del poder, revelando un mundo impiadoso y cruel que somete y destruye a los más débiles.

El trabajo actoral fue, en general, muy bueno. Gaby Quiroga, en el papel de Lucinda, compuso a una criada ingenua y obediente, que sorprende hacia el final de la pieza.

Pablo Sana dotó a su Marqués de Sade del desenfado y la voluptuosidad que el personaje requiere, logrando momentos hilarantes en distintas intervenciones.

Adriana Giordano, como madame Roberta, supo transmitir con eficacia los diferentes estados de su personaje: insinuante, cínica, tornadiza o complaciente, según el interlocutor con el que se enfrenta.

Charly Vera, en su interpretación de Fray Nicasio, comunicó hábilmente la hipocresía del fraile, logrando darle credibilidad y expresión.

Mención aparte merece la actuación de Javier Torres, quien realizó una verdadera creación con su policía corrupto, cobarde y servil ante el poder. Su histrionismo se tradujo en un expresivo discurso, acompañado de un convincente acting, que brindó uno de los momentos más logrados del espectáculo.

Buena fue también la actuación de Exequiel Crocci en el papel del ministro de gobierno; su parlamento final resultó perturbador por la carga de cinismo que contienen sus palabras en el cierre.

En suma, una lúcida actuación del grupo del Taller Municipal de Teatro, bajo la dirección de Fabián Morales, quien adaptó y dirigió la pieza con eficacia. Además, añadió un final diferente a la obra, uno que clausura la comicidad del texto con un abrupto apagón final, en el que aparecen fantasmas que tristemente reconocemos.

En el día en que se cumplieron 40 años de la entrega del documento de la CONADEP al presidente Alfonsín, cuyo título “NUNCA MÁS” fue creado por Carlos Somigliana, no pudo haber mejor homenaje a su autor que el recuerdo de esta digna representación teatral.

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