Finalmente se confirmó la muerte de Nicolás Gioscio, joven mercedino que se encontraba como soldado voluntario combatiendo en la guerra entre Ucrania y Rusia. La trágica noticia indica que Gioscio habría fallecido el pasado 25 de noviembre durante un ataque masivo con drones del ejército ruso en la región de Donetsk.
La información fue comunicada por su madre, Mónica Brown, quien lo recuerda con profundo amor y respeto.
Según explicó Mónica, Nicolás estaba asignado desde septiembre a la zona caliente de combate en Donetsk, como parte de una misión de guerra del ejército ucraniano. Fue durante este despliegue que ocurrió el ataque que terminó con su vida.
A continuación, la carta completa escrita por Mónica Brown, en la que recuerda y despide a su hijo Nicolás:
Palabras para quienes conocieron a Nicolás
Por su mamá, Mónica Brown.
Ante tantas personas que se acercaron dolidas, tristes, asombradas, interesadas en saber qué pasó con Nicolás, quien participaba como soldado del ejército ucraniano en la guerra ruso-ucraniana, he decidido escribir estas líneas esperando poder responder todos los interrogantes, y generando otros nuevos que sólo el tiempo aclarará.
Finalmente he podido cerrar el capítulo final de la historia de mi hijo, Virgilio Nicolás Gioscio. Sí, lamentablemente murió en combate en Ucrania, en el ataque masivo de drones rusos sobre Kerny, territorio de Donetsk, el día lunes 25 de noviembre a las 8 hs (dos de la mañana en Argentina). Esta información, obtenida a través de conocidos en Europa con contactos dentro del ejército ucraniano, si bien no es «oficial» del gobierno, calma la ansiedad de la familia respecto del cuándo, dónde y cómo sucedió.
Saberlo me motiva a escribir estas líneas destinadas a todos aquellos (familiares, amigos, vecinos, conocidos, compañeros de la promo, compañeros de trabajo, alumnos, tanto míos como de mis hermanas, mi marido, y especialmente de mi hijo) que se mostraron preocupados el pasado miércoles 4 de diciembre, cuando nos enteramos de la triste noticia a través de sus dos «hermanos» soldados en Ucrania, ambos argentinos y que aún continúan allá en posición de combate, cuyos apodos de guerra son Turu y Lobo (el de Nico era «Pulpo», como mi papá).
Les cuento que Nicolás estaba en “misión de guerra” en el frente, en la zona de Donetsk, desde el 30 de septiembre. ¿Qué significa esto? Que había dejado su posición en zona segura (un pueblito rural devastado por los ataques rusos con drones y por lo tanto olvidado por ellos, a 15 km de la frontera rusa) para ser destinado en la zona caliente de combate, según él durante diez días, período en el cual no estaría en comunicación ni con sus compañeros de grupo y menos conmigo. Sin embargo, llevaba ya dos meses en el frente y no regresaba. Turu y Lobo me mantenían informada de las novedades que a ellos les llevaba su sargento. Noticias bastante mínimas, por cierto: «Pulpo está en posición pero bien», «está esperando a ser evacuado», «lo hemos escuchado por la radio», hasta recibí el audio de un operador —con acento colombiano— que informa de una acción heroica por parte de Pulpo, en la cual tuvo una acción destacada a mediados de noviembre, aunque no sabemos con exactitud cuál fue. Sinceramente, allí yo pensé «sonamos, no vuelve». Y fue así: el frío y la nieve ucranianos apagaron su fuego.
Hacía cinco meses que estaba en Ucrania. Había cambiado su proyecto de ir a trabajar a Europa por el de defender una tierra y una bandera ajena. Tan convencido estaba que esperó hasta pocos días antes de partir para decirme que —virtualmente— había sido aceptado en la ILDU (Legión Internacional para la Defensa de Ucrania). Emprendió un viaje completamente solo (el que no tenía idea de lo que era viajar en avión) a países con un idioma que no conocía, sabiendo que iba a participar de un conflicto armado.
«Estoy en paz sabiendo que estoy haciendo lo correcto, no quiero que lloren o se derrumben por mí, ya que nací como niño y me desarrollé como soldado. Mi fidelidad a este país es completa, vale cada gota de sangre, su cultura, su idioma, su gente y su tierra son las cosas más maravillosas que he visto. Ojalá Argentina fuese un décimo de este país»
¿Por qué? Durante estos cinco meses, cuando me preguntaban “¿Y vos como mamá, cómo estás? ¿Cómo te sentís ante el peligro de la guerra?” Mi respuesta era: “él quería estar ahí, le gusta la disciplina militar, y debe haber sufrido mucho más de lo que yo pienso el rechazo que sienten muchos argentinos hacia todos los uniformes, producto de la última dictadura militar. Debe haberse sentido muy discriminado y rechazado por amar vestir un uniforme militar”.
Ahora que tengo en mi poder la carta que me escribió como despedida por si no volvía, me doy cuenta de que efectivamente fue así. Quiero compartir con ustedes algunas líneas:
«Estoy en paz sabiendo que estoy haciendo lo correcto, no quiero que lloren o se derrumben por mí, ya que nací como niño y me desarrollé como soldado. Mi fidelidad a este país es completa, vale cada gota de sangre, su cultura, su idioma, su gente y su tierra son las cosas más maravillosas que he visto. Ojalá Argentina fuese un décimo de este país».
Su proyecto era seguir carrera en el ejército ucraniano, vivir en ese país y, en algún momento, poder tener allí a sus hijos con él. Quién sabe, tal vez deba permanecer para siempre en aquella tierra como quería.
¡Vuela alto Nicolás! ¡Siempre estarás en nuestros corazones!
La familia aún aguarda información oficial del Ministerio de Defensa ucraniano y el trabajo de la Embajada argentina en Kiev para confirmar detalles adicionales y resolver si los restos de Nicolás podrán regresar al país.