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Airada queja de comerciantes por inconclusión de obras de avenida 29 y la imposibilidad de trabajar

«Nunca les pedí nada al municipio y tengo los impuestos al día, esto no puede seguir así». La frase pertenece a Gisela Grassi, comerciante de la avenida 29 y 42, quien expresó su profundo malestar ante la situación que viven los vecinos y comerciantes de la avenida 29 entre 42 y 46, donde desde hace semanas se ejecutan obras de infraestructura que mantienen cortado el tránsito vehicular y peatonal.

La imposibilidad de trabajar con normalidad, sumada a la falta de información y diálogo por parte del Estado local, están generando un clima de frustración e impotencia creciente entre los frentistas.

Grassi, titular de un reconocido cotillón de la zona, utilizó sus redes sociales —donde habitualmente se comunica con humor con novedades de sus productos y servicios— para compartir un mensaje cargado de descontento: “Ya superó mi paciencia. No puedo trabajar, no puedo juntar para pagar el alquiler ni la luz. Esto es tristísimo. Amo mi trabajo, pero así no se puede”.

Además de denunciar el impacto económico directo que está padeciendo, apuntó en diálogo con Noticias Mercedinas contra la falta de presencia y comunicación oficial: “Lo que más me molesta es que no fueron a dar la cara, no fueron a decirnos absolutamente nada. La piba que me llevó el panfleto de que iban a cortar la calle, cuando la calle ya estaba cortada hacía meses, no tenía nada que ver con la municipalidad. Fue alguien de la obra. Nadie fue a hablar con nosotros. Y no me importa que se enojen. Que hagan lo que quieran. Que no me corten más la calle. Para Halloween la cortaré yo, me comeré una multa, no me importa. Pero nadie fue a dar la cara, nadie va a controlar la obra, nadie hace nada”, se quejó.

Según describió, el impacto económico se hace cada vez más insostenible: ventas que no alcanzan para cubrir los servicios, imposibilidad de reponer mercadería y una sensación de abandono generalizada. “Me habían dicho nueve o diez días de obra, y esto ya lleva bastante. No soy la única. Están los vecinos, los otros comercios… pero nadie dice nada. Nadie te ayuda, ni siquiera a decirte ‘esto va a pasar’”, relató.

La comerciante también mostró su cuaderno de ventas, vacío durante días completos, como prueba del parate en su actividad. «Venir es perder el tiempo. Esto desgasta, entristece. El dueño del alquiler no me va a decir que no se lo pague. La luz no me va a esperar. Y yo no puedo vender nada”, resumió.

Seguramente habrá algún pronunciamiento oficial por parte del municipio respecto al estado de las obras o a posibles medidas de asistencia para los afectados.

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