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La Fiesta es un encuentro de tradiciones y tecnología: Elon Musk quizás nunca probó salame pero ayuda a venderlo

Buscando señal con el posnet. Una postal de la Fiesta

Lo que a primera vista podría parecer una paradoja se ha convertido en una realidad tangible y eficiente. En medio de la celebración de la Fiesta Nacional del Salame Quintero, un evento que rinde culto a una de las más arraigadas tradiciones gastronómicas de la región, la tecnología de punta de Elon Musk se erigió como la salvación para miles de transacciones comerciales.

Ante la masiva afluencia de público en el Parque Municipal Independencia, el sistema de telecomunicaciones convencional colapsó, dejando a productores y visitantes sin la vital conexión a internet. Sin embargo, en un escenario de contraste fascinante, las antenas portátiles de Starlink, la red de internet satelital de SpaceX, comenzaron a aparecer y a alimentar la economía de la celebración.

La situación se hizo evidente desde las primeras horas de la fiesta. La señal 4G, que en los centros urbanos se da por sentada, se volvió precaria e inútil en un predio atestado de miles de personas. Para los artesanos del salame y los comerciantes, la imposibilidad de utilizar posnets y otras herramientas de pago digital representaba un obstáculo directo para sus ventas, afectando la fluidez de un evento que anualmente atrae a multitudes. Fue en ese momento cuando la solución, nacida de la era de la globalización y el espacio, se manifestó en un entorno de folklore y comunidad.

Antenas de Starlink, algunas traídas de viajes internacionales, otras prestadas o adquiridas de urgencia, se convirtieron en el inesperado nexo entre la tradición local y el mercado global.

Mientras la tecnología satelital resolvía los desafíos del comercio, la falta generalizada de señal para la mayoría de los visitantes tuvo un efecto secundario notable: familias y amigos, liberados de la tiranía de las notificaciones y las pantallas, se vieron forzados a reencontrarse con el diálogo cara a cara

Esta red, que promete llevar internet de alta velocidad a cualquier rincón del planeta, demostró su valor al proveer la conectividad necesaria para que los negocios continuaran su curso, facilitando cobros, publicaciones en redes sociales y la comunicación esencial para la logística del evento.

Este contraste no solo subraya la interdependencia entre lo global y lo local, sino que también revela una singularidad inesperada.

Mientras la tecnología satelital resolvía los desafíos del comercio, la falta generalizada de señal para la mayoría de los visitantes tuvo un efecto secundario notable: familias y amigos, liberados de la tiranía de las notificaciones y las pantallas, se vieron forzados a reencontrarse con el diálogo cara a cara.

Por un lado, la vanguardia tecnológica al servicio de la economía; por el otro, un regreso fortuito al pasado, donde el contacto humano y el disfrute del momento eran la única conexión necesaria. El evento se transformó así en un testimonio vivo de cómo las tradiciones milenarias y las innovaciones más audaces pueden coexistir, no solo sin estorbarse, sino incluso potenciándose mutuamente.

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