
Siempre lo vi del otro lado. Como entrevistador, como anfitrión, como esa voz que parecía llegar a todos los rincones de la ciudad.
Por eso, sentarme junto a Jorge “Negro” Guevara —88 años, memoria intacta, humor agudo y una vida entera entre cables, parlantes y escenarios— es, para mí, una especie de ajuste del tiempo: el entrevistado se convierte en entrevistado, por fin.
“Periodista, jubilado”, le digo para abrir el grabador. “No, periodista no. Comunicador tampoco”, responde con una sonrisa ladeada. “Yo soy pintor profesional. A la radio me la llevé por delante.”
Y ahí empieza todo.
“El sistema siempre se recicla para que nada cambie”
—¿Nunca quisiste ser locutor? —le pregunto.
—Nunca. Me parecía atajar granizo con las manos, dice riéndose.
Después aclara:
—En ese tiempo uno tenía la cabeza llena de prejuicios. Parecía que no era varonil. Tonterías de pibe. De eso hace 65 años.
En aquel entonces trabajaba de pintor, mientras los conjuntos musicales proliferaban en Mercedes. Cada grupo tenía su presentador, su voz de entrada. A él se lo pidieron varias veces; la respuesta siempre fue la misma: no.
“Después la casualidad me puso la radio por delante”, me dice. Y ese “después” es un viaje.
«Hoy estamos más informados porque internet nos muestra lo que no es oficial»
Del teclado al «Chusmito», del «Chusmito» a FM Mercedes
Todo empezó para hacer algo por sus hijos: Claudio, Javier y Germán. “Yo quería que no anduvieran en la calle. Así que les compré un órgano”, dice.
Claudio, inquieto y talentoso, aprendió solo a leer música en tres meses. El órgano quedó corto enseguida. Pidió un piano. Y ahí surgió un trueque improbable.
Un día, una señora ofreció un piano. Él fue asesorado por Pico Sampol, músico de la ciudad. El piano estaba bien y valía la pena. “Y entonces la mujer me dice que tenía una radio para vender. La famosa CCL2, la radio de circuito cerrado. Me la cambiaba por el órgano.”
Los chicos saltaban de alegría. Él aceptó.
Pero lo que recibió estaba lejos de lo prometido: de los 120 parlantes del sistema, funcionaban menos de 20. “Me dio vergüenza. Entonces me puse a recomponer las líneas. Y los chicos ayudaron muchísimo.”
Así revivió el “Chusmito”, la radio que se prendía y apagaba con un potenciómetro dentro de las casas.
“Mis hijos se entusiasmaron con la idea de la radio, y ese entusiasmo movió todo”
Pero el entusiasmo llevó a más. Y la convergencia tecnológica de los 80 también.
“El COMFER me autorizó a transmitir en circuito cerrado y en frecuencia modulada”, recuerda. La FM, en aquel tiempo, era casi una rareza. Pero él insistió. Mandó a construir un equipo con dos salidas, una de 5 W y otra de 20 W. Probó con los vecinos más exigentes. No hubo interferencias.
“Con 20 W llegábamos hasta Luján. En ese momento el aire estaba limpio, no había tantas señales.”
Y así nació FM Mercedes 98.5, la misma que hoy cumple 40 años de historia.
Teatro, fierros y orgullo; periodismo y política
Entre cables y programas de tango, transmisiones varias, Guevara también dirigió teatro, talló un cristo de mas de un metro, e incluso construyó su propio auto. “Eso sí que me dio orgullo. Lo hice yo, pieza por pieza”, dice, acomodándose en la silla.
Es un hombre de oficios: pintor, radialista, mecánico, gestor, lo que hiciera falta. Más entrevistador que entrevistado. Por eso esta conversación es un pequeño acto de justicia.
Hablar con él es escuchar un país entero. Su memoria es un mapa que une épocas, gobiernos, crisis y hábitos sociales.
—¿Cómo ves al periodismo hoy? —pregunto.
—Igual que siempre: se tiene que jugar.
Lo dice sin rodeos.
Para él, el problema no es de los periodistas sino del sistema político. “Acá no existe la República. Para que exista la República tiene que haber tres poderes independientes. Y acá los elige la lapicera.”
Los fallos judiciales, las designaciones, los mecanismos sindicales de antes y de ahora. Todo aparece en su análisis. “Cuando yo trabajaba, el dirigente tenía que llamar a asamblea para tomar una medida de fuerza. Hoy te paran un subte sin avisar y el que sufre es el laburante, no el gobierno.”
Habla largo, sin apuros. Con esa mezcla de indignación lúcida y humor fatalista de quien ha visto pasar varias argentinas distintas siempre en la misma piel y fronteras.
“Yo no soy periodista ni comunicador: soy pintor. La radio me pasó por encima y la seguí”
Internet, celulares y nuevas realidades
Le pregunto por la comunicación actual, por el celular, por las redes, por ese acceso a información permanente que da internet, donde también sus medios que se habían extendido al periódico en papel con El Nuevo Cronista (semanario) también se subieron en su tiempo a la web con El Nuevo Cronista Digital.
—¿Estamos más informados?
—Sí. Mucho más informados. Porque no solo recibís la información oficial: también te llega la del vecino que escribe “haber” sin h y “iba” con h, pero opina igual. Y eso te abre la cabeza a otras realidades.
Cree que el sistema busca reciclarse, como el “gato pardo”: que algo cambie para que todo siga igual. Lo dice con una calma demoledora.
La emisora que creó y que aun sigue en pie y activa cumple 40 años. FM Mercedes… quién iba a decir. Todo empezó con un órgano. Con un órgano y con tres hijos. Y con un pintor que no quiso ser locutor pero que terminó construyendo, sin proponérselo, una de las historias más singulares de la comunicación local.
Y sigue hablando como aquel entrevistador que fue siempre: extenso, respetuoso de las palabras, de entrevistador y entrevistado.
