La estructura metálica por la que circula el Ferrocarril Sarmiento fue suplementada con unos chapones viejos, para evitar que caigan objetos contundentes sobre el empalme de la Autovia 5.
El “puente angosto” emplazado sobre el empalme de la Autovía 5 y el Acceso Oeste en Luján luce unos enormes chapones usados, colocados para evitar que piedras u otros objetos sean arrojados sobre los vehículos que transitan por el corredor vial.
El enorme artefacto metálico recibió esa denominación por tratarse de un puente ferroviario que debió ser ensanchado mediante cortes en sus laterales para permitir que los trenes puedan pasar sin que las locomotoras o los vagones rocen contra la estructura.
La increíble falla de origen del “puente angosto” no parece haber sido la única imprevisión de sus constructores, quienes tampoco repararon en la posibilidad de que vándalos suelten piedras de las vías sobre autos o camiones, situación que afectó a muchos conductores, incluso con riesgo físico.
La instalación de los feos chapones, que suplementan y ocultan a una malla de rejas más prolija, parecen confirmar el destino de adefesio del puente, que sigue siendo intuitivamente reformado ante las vicisitudes de la realidad, a la vista de los usuarios viales y del ferrocarril.
Inaugurado en noviembre de 2017 por Javier Iguacel, entonces Administrador de Vialidad Nacional, el defecto de fabricación mereció en marzo de este año una denuncia penal de trabajadores ferroviarios, quienes advirtieron que las improvisadas modificaciones debilitaban peligrosamente la estructura.
El incomprensible error de cálculo y la falta de previsión en materia de seguridad vial no constituyeron, sin embargo, obstáculo alguno en la carrera del ingeniero Iguacel, nombrado luego ministro de Energía de la Nación.
El ahora secretario del área es el responsable de tarifas que -tal como sucedió con los trenes y el puente- resultan desproporcionadas frente a los ingresos de los usuarios de energía eléctrica y gas.