El sábado 3 de noviembre quedó formalmente inaugurada “Místika”, excelente muestra que pone en evidencia, una vez más, el talento de ambos artistas
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Por Susana Spano
Toda vez que nos enfrentamos con una obra de arte –sin importar de qué disciplina se trate- experimentamos sensaciones diversas: placer calma, elevación, inquietud, rechazo… y podríamos seguir así hasta el infinito pues el arte posee en sí mismo tantos senderos, que es imposible atraparlo en una definición o un sentimiento.
Al acercarnos al Museo de Arte de la Municipalidad de Mercedes – MAMM – para la inauguración de la muestra de Sebastián Bocca y Natalia Ochoa –“Mistika”- esta aseveración se hizo más real pues la obra que presentaron es sugerente en sí misma pero, al mismo tiempo, guarda claves que invitan al análisis.
La palabra Místika –deriva del griego “myo”, que significa: cerrar los ojos, y de “myeomai”, que quiere decir: ser iniciado. En un sentido general la “mística” como actitud personal se centra en realizar una actividad de tipo espiritual, con el fin de fusionar el alma humana con la divinidad o las fuerzas que gobiernan el mundo.
Este planteamiento, de una mirada interior, es el que articula la muestra presentada el sábado en el MAMM.
Natalia Ochoa, exhibió una serie de mujeres en donde, según sus palabras “hay una adoración a la maternidad pero no como maternidad propiamente dicha, sino como algo más que tiene que ver con otros misterios que atraviesan a la mujer”.
Acordamos con ella. Cada una de las figuras presentadas, transmite la capacidad de conmoverse ante el misterio. Las sucesivas imágenes que ideó no “piensan” la realidad, sino que parecen “sentirla” mostrando el misterio fascinante que la habita.
Su pintura, ha sufrido una transformación muy interesante, respecto de trabajos anteriores. Encontramos en ella cierto eco de Modigliani en el diseño lineal de las figuras. Una pureza arcaica en el reflejo de sus caras, donde se destacan los ojos, profundos, y el alargamiento de los cuerpos, en una búsqueda de mayor expresividad.
Natalia Ochoa ha dotado a sus criaturas de una iluminación interior, en la que priorizó la inteligencia intuitiva por sobre la puramente racional. El resultado es de una belleza diáfana y elevada.
Sebastián Bocca expuso algunas obras que ya conocíamos y otras nuevas. Su talento es innegable y sobresale, sin duda, en el retrato. La perfección en los detalles de los rostros, el descubrimiento del gesto, esa chispa remota que brota de manera casi irreal, mostrando un interior difícil de captar para un observador común, pone de manifiesto la rica sensibilidad de este excepcional artista.
En esta muestra ha incluido –como Natalia Ochoa– varios autorretratos, donde predomina el símbolo, otro elemento característico de su producción.
El autorretrato está emparentado con el título de la muestra: “Mistika”, en tanto “mirada interior” y aparece como una exploración, un reconocerse en la introspección
El género ha interesado a los artistas de todos los tiempos por muy diversas razones. A unos, para dejar constancia de sus estados de ánimo y evidenciar el paso del tiempo. A otros, para conseguir esa intemporalidad tan ansiada por el ser humano.
En este caso creemos que se trata de una profunda indagación sobre sí mismo, sus fantasías y la colocación de su propia imagen dentro de la sociedad.
Retomando el tema del símbolo, puede decirse que la historia de éste revela que todo objeto puede revestirse de un valor simbólico, ya sea de la naturaleza (piedras, metales, árboles, frutos, animales, océanos, etc.) o de formas abstractas (geométricas, números, ritmos, ideas, etc.) Bocca se inclina por las formas geométricas, tomando como base los Sólidos Platónicos, equivalentes a la Geometría del Universo.
Su nombre se debe a que Platón los estudió en profundidad asignándoles propiedades metafísicas, relacionando las formas de los poliedros regulares con los elementos presentes en la naturaleza: fuego, tierra, aire, agua y éter – o energía del espíritu.
En la exposición, Sebastián Bocca colocó un dodecaedro frente a uno de sus autorretratos y allí, creemos que puede encontrarse una de las claves de la muestra: el dodecaedro es el símbolo de la ascensión, del poder femenino de la creación y la forma Madre Gaia.
Como puede apreciarse: una perfecta simbiosis de los trabajos de ambos artistas que se unen a través del simbolismo, alineados en una perfecta conexión.
“Mistika” sorprende por su profundidad, por la jerarquía de los trabajos realizados, por los mundos inexplorados que se abren ante nosotros, espectadores de una realidad que trasvasa los límites de la imaginación, llevándonos por un mundo misterioso e ilimitado del conocimiento, que nos permite vivir lo que escribió el poeta inglés William Blake: «Ver un mundo en un grano de arena, un cielo estrellado en una flor silvestre, tener el infinito en la palma de su mano y la eternidad en una hora».
“Mistika” es, en suma, la propuesta de dos grandes artistas que nos permiten entrar en una energía bienhechora que nos llena de sentido y alegría.