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Las vicisitudes y ambivalencias del fracking

Como ya se debe haber dado cuenta, en esta sección se tratan temas que tienen que ver con  el medio ambiente, los que no tienen un carácter plenamente científico en su abordaje, si derivan de investigaciones, muchas de ellas de estricto rigor científico que refieren a la manera en que afectan a algunos ecosistemas en particular y al ambiente en general. Temas que circulan y son sometidos a la discusión pública, porque afectan a la sociedad en su conjunto; de manera que nuestro objetivo es acercar a la ciudadanía en general, estas problemáticas, que por su carácter ambiental terminan de alguna manera afectándole.

En esta oportunidad trataremos una de las técnicas extractivas de hidrocarburos, sobre la cual tanto se polemiza y que se ha implementado en la Argentina desde hace ya algún tiempo a pesar de estar prohibida en algunos países y en otros se usa sin cuestionamientos. Nos referiremos al fracking.

Los hidrocarburos se formaron a través de la presencia de organismos vivos que habitaban subterráneamente, sin la presencia de oxígeno, en lo que se ha denominado como  roca madre o roca generadora, que a través de los movimientos telúricos que generan altísima presión y elevadas temperaturas, terminaron formando el petróleo y el gas. Los desplazamientos de esas rocas impregnadas de gas y petróleo se rompieron y liberaron a través de sus poros su contenido, los que  migraron hacia formaciones que contenían poros comunicados, creando así lo se terminó denominando pozo o trampa de petróleo. La extracción de petróleo y gas de esas formaciones, por medio de perforaciones y posterior bombeo, constituyó por mucho tiempo, la forma  convencional de la producción de hidrocarburos.

Estas formaciones o trampas de petróleo se han ido agotando, a través de una extracción intensiva para abastecer una creciente demanda que terminó contrayendo la oferta. Se hizo necesario entonces, avanzar sobre formaciones rocosas que la naturaleza aún no ha roto por su contextura de una permeabilidad mínima, que  inhibe el escurrimiento del gas o el petróleo entre  los poros.

La técnica de la  fractura hidráulica –fracking, por su denominación en inglés– consiste en hacer algo parecido a lo que hacía la naturaleza. Es decir, romper la roca y de esa manera generar la mayor cantidad de fisuras posibles, para liberar el petróleo o el gas contenido en las rocas, y de esa forma poder extraerlo. En estas formaciones, las rocas tienen una permeabilidad muy baja, el gas está distribuido en pequeños poros, muchas veces microscópicos no conectados en sí, por lo que es necesario romper la roca o pizarra para que fluya el gas hacia la superficie. Esto se hace por medio de la inyección de agua y arena a alta presión, conjuntamente con variados productos químicos. La función de la  arena inyectada a alta presión en las fisuras de la roca,  garantiza la permeabilidad y permanencia de la porosidad haciéndola más eficiente.

Como ya se ha dicho el fracking opera a través de la inyección a muy alta presión, de agua, arena y una amplia variedad de productos químicos, los  que  son conducidos por medio de tubos de acero colocados en una perforación que puede ir de los 400 a 5.000 metros de profundidad en forma vertical y desde allí puede expandirse hasta 1.000 metros en forma horizontal.

Una vez producida la perforación horizontal se utilizan explosivos para fisurar las rocas y posteriormente se procede a la inyección. Algunos de los aditivos químicos utilizados en la inyección, son el benzeno, cianuro hasta llegar a unas 500 sustancias distintas, muchas de ellas cancerígenas, mutágenas y otras propiedades altamente nocivas.

El fluido de retorno, también trae a la superficie sustancias que se encuentran en las pizarras rotas por los efectos del fracking, entre estos se encuentran metales pesados como el plomo, mercurio, radón, radio, uranio y otros elementos radiactivos de alta peligrosidad.

La data de la utilización del fracking en la producción petrolera se torna difusa en el tiempo. Hay quienes dicen que ya en 1947 se la empezó a usar en los Estados Unidos. Otros afirman que no hace más de unos 15 años han empezado a usarla los norteamericanos. Lo que si es cierto, es que en el año 2013, Argentina empezó a aplicar esta técnica en el yacimiento de   Vaca Muerta en la provincia de Neuquén.

Si bien es cierto que los principales adherentes a la utilización del fracking son las grandes empresas transnacionales, dedicadas a la producción de hidrocarburos, no es menos cierto que esgrimen múltiples argumentos para avalar los altos niveles de seguridad que dicen utilizar para disminuir los riesgos ambientales de sus operaciones. Sin embargo, toda actividad humana está expuesta a riesgos, por lo que la producción hidrocarburífera no está exenta de producir efectos perniciosos en el medio ambiente.

Por más que la evaluación del costo ambiental y beneficio económico, resulte positivo bajo la argumentación de solucionar los problemas energéticos en el corto plazo, se impone priorizar el principio de sustentabilidad para mitigar el impacto ambiental negativo que ha venido produciendo al medio ambiente el uso de los combustibles fósiles.

Uno de los mayores riesgos es la contaminación de los acuíferos de agua dulce con los fluidos de la fracturación o con el propio gas de las rocas, liberado por los efectos del fracking.  Por otra parte, durante el proceso de perforación y fracturación se utilizan compuestos volátiles, con riesgo de que muchos de estos elementos pasen a la atmósfera en la fase de producción.

Otro de los efectos de esta forma de explotación, es la sismicidad. La aplicación de explosivos y  líquido a alta presión y la posterior extracción de petróleo y gas, altera la conformación geológica subterránea produciendo movimientos de reacomodo en  las placas  que derivan en terremotos; algunos de alta intensidad alcanzando niveles de hasta 5,2 en la Richter, capaces de derribar una casa. Esto ya está sucediendo en los alrededores de Vaca Muerta, como lo sostiene el siguiente relato:  “El temor por posibles derrumbes, la rotura de viviendas y mucha incertidumbre se han convertido en parte del cotidiano de quienes habitan Sauzal Bonito. El pueblo patagónico ubicado sobre la formación de shale Vaca Muerta no para de temblar desde que la explotación de gas no convencional comenzó en ese rincón de la provincia del Neuquén. Tanto las autoridades públicas como las empresas tratan de desvincular el incremento de la actividad sísmica de la extracción de hidrocarburos, sin embargo hay un pueblo que padece lo mismo que ocurrió en otras partes del globo en las que el controvertido paquete tecnológico del fracking llegó. Mientras investigaciones académicas demandan profundizar los estudios sobre las causas y el cuestionado negacionismo balbucea respuesta, la tierra no deja de temblar.”  (Martín Álvarez Mullally. Integrante del Observatorio Petrolero Sur).

También está demostrado que los riesgos del transporte de los aditivos químicos hasta el pozo, no están exentos de accidentes, se calcula que se trasladan para cada pozo unas 4.000 toneladas de productos químicos de alta peligrosidad, transporte que se realiza por carreteras en camión.

Sofía Terruela plantea algunas alternativa al fracking: “Yo demostré que un pozo de fractura hidráulica para extraer petróleo que dura aproximadamente 6  o 7 años, entrega la cuarta parte de energía que si con el mismo dinero instaláramos un parque eólico con seis generadores, que tiene una vida útil de 25 a 30 años. Esto significaría que al final de la vida útil de un parque eólico, la energía total entregada es aproximadamente 80 veces superior.”

Finalmente, la posibilidad cierta de contaminar con hidrocarburo las fuentes de agua dulce, ya ha ocurrido que por las canillas de agua potable también salga gas, como lo muestra el documental “Gasland”, que al acercar un fósforo encendido a una canilla abierta, literalmente se produce un estallido.