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Jairo Restrepo Rivera: el gurú de la agricultura orgánica

Jairo Restrepo Rivera

nació en Colombia, brasileño por adopción, ingeniero agrónomo de profesión, estudió en la Universidad de Pelotas en Río Grande, sur de Brasil. Desde hace años recorre el mundo esbozando sus teorías sobre lo que él ha dado en llamar agricultura orgánica, la que contrapone a la economía industrial, porque según él explica ha sembrado el hambre en el mundo.

Está radicado en Cali, Colombia, y desde allí recorre también el cono sur de América. No hay país sudamericano en donde no haya estado. Se reúne con campesinos, pero de esos campesinos que verdaderamente labran la tierra. Asesora ministerios, da charlas en las universidades y se declara enemigo acérrimo de los agrotóxicos.

Es  provocativo ante sus audiencias, sus ideas y conceptos fluyen punzantes. Muchos quedan descolocados, estupefactos. Sorprende recurrentemente a sus contertulios, como lo hizo en Luján: “Imaginemos a una señora, doña Joaquina, que tiene hambre. ¿Qué se le da a una persona que tiene hambre?. Contesten por favor, ¿qué necesita?” Varias voces respondieron: “Comida”. “¡No! La persona con hambre no necesita comida: necesita dinero. Distribución de renta. El problema no es el hambre ni que falten alimentos, es el dinero. Pero tampoco eso se discute en la universidad”.

Restrepo Rivera estuvo en Mercedes dando un curso taller teórico práctico en la Escuela Agrotécnica los días 4, 5 y 6 de octubre. Allí accedió a conversar, respondió a todas las preguntas con un notorio acento portuñol.

–No es la primera vez que viene a Argentina a difundir sus teorías sobre agricultura orgánica.

–Voy a completar cinco años de venir a Argentina a trabajar en agricultura orgánica, a partir del 2015, pero creo que primero fue en Córdoba en el 2014, en Capilla del Monte, y después ya empecé a relacionarme por esta zona, Luján, Gualeguaychú y he viajado por distintas provincias; y bueno la gente es muy receptiva y nosotros vamos trabajando con la propuesta de la agricultura orgánica. Es una propuesta en primer lugar sana, pensar sanamente. ¿Y qué es pensar sanamente? Eliminar factores de riesgos para la salud. Prevenir factores de riego de enfermedades para los consumidores y lo más bello de todo esto es la protección del medio ambiente y del patrimonio de la naturaleza. Es una agricultura sana porque no va contra la vida, es a favor de la vida. Principio básico, buscar al máximo la independencia de insumos externos, maximizar los recursos al interior de cada propiedad. Es decir, buscar la independencia de todo el paquete de insumos que nos impusieron a partir de la universidad a través de la investigación y la extensión rural, que son aliadas de la industria. Por lo tanto, la universidad hoy no tiene compromisos, tiene negocios.

–¿Desde que usted empezó a venir a la Argentina, ha visto algún progreso? Porque acá se habla mucho del deterioro del campo a través de la utilización de agrotóxicos. ¿Usted está interiorizado de qué es lo que está pasando con eso?

–Sí. Acá tenemos más de 87 organizaciones que trabajan con agricultura orgánica. Quien está en crisis es un modelo. Y ese modelo embaucó a muchos de los productores de manera inocente. La gente creyó en el paquete y los embarcó en todo esto. En el sistema bancario con sus bienes. El sistema es perverso, es una rueda de la cual hay que desvincularse y recuperar autonomía. Una persona que depende del banco tiene pesadillas. No es un sistema que está para los productores. Hay que buscar autonomía. Esa autonomía es reformular el tamaño de la propiedad. Se trata de revertir todo esto. Significa hacer un diagnóstico de lo que hay y una reinversión de capital para lo cual hay que alquilar una parte de la propiedad y reinvertir. O sea salir de los bancos.

— ¿Es verdad que sólo el 13% de la tierra está en manos de campesinos que producen?

–Yo diría que hasta menos. En Colombia el 52% de la tierra está en manos de menos del 1% de la población. Es un absurdo: una distribución de la tierra es importante. Los campesinos con poca tierra producen más que la agroindustria. Los grandes producen no para alimentar a la población. Producen para alimentar animales, los que alimentan a la gente son los pequeños productores con poca tierra y lo que es mejor, es que esas tierras están en laderas. Por eso los pequeños productores son héroes.

–He leído algunas expresiones suyas que son por lo menos sorprendentes. Usted dijo que el hambre no se mata con comida, sino con dinero. ¿Cómo es eso?  

–Alimento hay. Dicen que hay hambre en el mundo, en el mundo no hay hambre, lo que hay en el mundo es falta de dinero para tener accesibilidad para comprar. Hay hambre porque falta distribución de renta, si tengo dinero, comida hay. En este momento hay casi el doble de alimentos para mantener a la población. La pregunta es dónde está la comida. Lo que hay es falta de distribución de la renta, para tener dinero para comprar comida. Hambre verdadera es cuando yo tengo dinero y no encuentro comida.

–Usted también ha dicho que cuanto más simplifican tu estómago, más simplifican tu cerebro…

–No hay cerebro que no dependa del estómago. Si usted no come bien deja de pensar, eso es lógico. La simplificación de la comida en el estómago es la simplificación de la capacidad de pensar. La desnutrición lleva a la deficiencia de la capacidad de pensar.

–Eso de que estamos sonámbulos, vivimos sonámbulos. ¿A qué refiere?

–Todo el mundo anda distraído con el teléfono. La gente anda como zombi en el aire, por el consumo de tecnología. La gente está cómoda consumiendo. La industria crea necesidades y te vende servicios y te vende comodidad. Sonambulismo tecnológico. Comemos sin pensar y si comemos sin pensar, metimos cualquier porquería en el estómago.

–¿Usted dijo que las grandes ciudades son corruptas y que no hay Estado?

–Las capitales están llenas de administraciones corruptas. El Estado como tal en América Latina es corrupto. Todos los Estados están siendo procesados, los congresos. Mire lo de Odebrecht, los escándalos ya no se pueden negar. Dónde se reúnen los políticos, en las grandes capitales, por eso son nidos de negocios de corrupción.

–Su afirmación de que el Estado no existe, pero sí existen los corruptos. ¿Cómo se manifiesta eso?

–El Estado es una cosa ideal del ser, pero el ser no es una cosa ideal del Estado. El Estado que está lleno de corrupción, ese no es mi Estado.

–¿Habría que recomponer el Estado entonces, Cómo Podría hacerse, recrearlo a través de una ideología al servicio del mejoramiento de la condición humana?

–El mejor estadista es el que no gobierna. Todos nosotros somos un Estado. La familia es un Estado. Hay que ejercer la ciudadanía. Hoy la gente delega. La pregunta es,  ¿delegas en quién? Delegas en la corrupción enorme que hay hoy en América Latina.

–¿Cómo es eso, que parece trivial, de que la comida debe estar hecha por gente alegre de buena onda y eso mejora el sabor?

–Sí, con certeza, un cocinero que sirve de mala gana, la comida no tiene buen sabor. Agricultura es emoción no es razón, la semilla tiene una memoria para producir y la extensión de la mano, es la extensión de tu emoción, cuando uno cocina con emoción. Lo que me apasiona del pueblo argentino, es que todavía tiene pasión y cuando la gente tiene pasión un mundo diferente es posible y eso se hace con la agricultura orgánica.

–También usted ha dicho que no hay que dejar de soñar. ¿Sus teorías son sueños?

–Sueños prácticos, sueños aplicados, sueños de resultados. Yo asesoro en varios países y tenemos buenos resultados cada vez la agricultura orgánica crece más. En este momento de manera certificada, aunque no concuerdo con la certificación como organismo de control, pero cuando vemos quiénes son certificados, hemos llegado a cien millones de hectáreas  certificadas y hay 200 millones de hectáreas que no usan veneno. El sueño es consolidar una agricultura totalmente diferente donde no se use veneno. La lucha contra el veneno es dejar que la vida marche sin él. Producir alimentos con veneno ¡eso jamás! No hay que envenenar para producir comida, alguien se enriquece con eso y con certeza es la agroindustria. Cada vez la gente es más consciente de demandar alimentos sanos.

–¿Cómo vislumbra el futuro de la agricultura orgánica?

— Es importante que la agricultura orgánica, antes de ser un instrumento de transformación tecnológica, sea un instrumento de la transformación de la sociedad. Transformación más humana más fraterna, más justa, más democrática.

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