El teatro es un hecho artístico único y extraordinario. A través de él, durante siglos, el hombre ha expresado sus vivencias, indagando sobre los misterios más profundos de la condición humana y mostrado las aristas más complejas del ser.
Por esta razón el hecho teatral, cada vez que cobra vida en un escenario, es una ceremonia secreta en la que no existen dos funciones iguales porque la comunión que se produce entre el artista y los espectadores es siempre única e irrepetible.
En Mercedes – desde el 1 al 6 de octubre – se realizó el II FESTIVAL INTERNACIONAL DE TEATRO MERCEDES 2019 “OLMEDO VIVE” que reunió elencos de Argentina, Uruguay, Chile, Brasil y Cuba quienes, no solo presentaron obras de gran jerarquía, sino que aportaron ideas y reflexiones acerca del teatro independiente y su papel dentro de la sociedad latinoamericana.
La dinámica del encuentro se organizó en dos sedes: charlas por la mañana, en el Teatro Talía y representaciones teatrales por la tarde – noche, en el Teatro del Centro Cultural “La Trocha”.
El miércoles 2 de octubre Marcos Britos brindó una charla sobre su libro de investigación “Todo lo Hermoso es Posible” que recrea la mítica historia del Teatro Escuela Fray Mocho en el período comprendido entre los años 1948 -1962.
Gracias a la extraordinaria gestión de Lito Cruz, cuando fue Director del Consejo Provincial de Teatro Independiente de la Provincia de Buenos Aires y decidió entre sus muchas actividades poner en funcionamiento una editorial con libros, videos, CD y revistas, fue posible la edición de éste y otros textos, fundamentales para la formación de nuevos actores y, sobre todo para mantener viva la tradición del teatro independiente argentino que hizo escuela en Latinoamérica.
Britos en su exposición dio centralidad a la figura de Oscar Ferrigno, que no solo viajó a Francia para estudiar a los grandes maestros de la década de los 50 sino que introdujo técnicas desconocidas en la época, como el método de Jacques Dalcroze de Expresión Corporal que, fue uno de los pilares de la formación teatral de los actores que trabajaron en Fray Mocho.
A través de un video que complementó su charla pudo verse por ejemplo que, durante el año 1954 esta compañía recorrió más de 18.000 kilómetros en 304 días consecutivos por rutas que aún eran de tierra; que los escenarios se armaban muchas veces a la vista de los espectadores en lugares donde éstos observaban las escenas, incluso, sin bajarse de los caballos.
Resultó emocionante para quienes vimos el video ver los lugares alejados y precarios a los que estos jóvenes, cuyo promedio de edad era de 26 años, llegaban a un público, muchas veces analfabeto, que no tenía ninguna comunicación con el arte y vivía aislado en la lejanía, entrar en comunión con el hecho mágico que es el teatro.
El libro de Britos es un trabajo de investigación riguroso e imprescindible para todo aquel que desee incursionar en el estudio teatral y adentrarse en los orígenes de nuestro teatro independiente pues la importancia que tuvo la Escuela del Teatro Fray Mocho, aunque no es la primera, resulta fundamental por su incidencia, no solo en nuestro país sino en países vecinos.
Al concluir la exposición de Britos, Fabián Morales, organizador del Festival anunció que se entregaría una distinción especial: “Personalidad Destacada del Teatro Mercedino” a uno de los fundadores del Teatro Talía, que el 1 de octubre cumplió 58 años de existencia: Roberto Altieri.
Altieri, visiblemente emocionado expresó que “fue una lucha constante y de esfuerzo permanente de cada uno de los integrantes del grupo. Dedicarle horas a la sala y al teatro, horas que se quitaban de la familia o del trabajo. Es muy difícil mantener de manera independiente un teatro y una sala” (…) Es difícil a veces mantener el grupo de personas, pero hemos tenido la suerte de haber sido muchos amigos. Hemos estado horas y horas compartiendo cosas, comidas, charlas, lecturas, ensayos, haciendo escenografías. Desde la fundación hasta ahora. Así llegamos a los 58 años y esperemos continuar. Agradezco el detalle, no sé si lo merezco”…
La distinción es más que merecida para un actor que ha compuesto tantos papeles memorables de nuestra escena, que continuó durante su carrera perfeccionándose de manera incansable y ha puesto obras de gran jerarquía como director. Abriendo, además, las puertas del Teatro Talía a distintas compañías teatrales de Buenos Aires y otras localidades para actuar en nuestra ciudad.