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Entrenamiento mental, ¿realmente es eficaz?

El 22 de julio se celebró el Día Mundial del Cerebro, una conmemoración impulsada por la Federación Mundial de Neurología con el objetivo de crear conciencia entre la población tanto sobre el potencial que presente este órgano, encargado de las actividades cognitivas y las reacciones del organismo, como sobre los riesgos y enfermedades que puede sufrir de no llevar una vida sana.

Cuando hablamos de llevar unos hábitos de vida saludables lo más habitual es pensar en la alimentación y en el ejercicio físico. Así, una vida sana sería sinónimo de contar con una dieta equilibrada, rica en frutas y verduras, y con una rutina de ejercicio físico que implique realizar algún tipo de actividad deportiva al menos tres veces por semana. Prescindir de alimentos nocivos para nuestra salud y huir del sedentarismo, esa lacra social que se encuentra detrás de las elevadas cifras de obesidad en el país, serían, pues, las claves para tener el estilo de vida ideal.

Sin embargo, se acostumbra a dejar fuera de esta ecuación a un pilar imprescindible sin el cual todo lo descrito anteriormente no es 100% eficaz. Nos referimos a la mente, la gran olvidada en lo que a cuidados personales se refiere.

El entrenamiento mental, por extraño que parezca, existe y además es muy importante. Si bien el hábito de ir al gimnasio a hacer diferentes ejercicios físicos está de sobra instaurado en la sociedad actual, trabajar para mejorar el rendimiento de nuestro cerebro no es tan habitual. De hecho, es una actividad tan poco usual que llegada una edad el deterioro cognitivo es irreversible, motivo por el cual los neurólogos recomiendan ejercitar nuestra mente a diario para evitar que el cerebro se atrofie.

Hay mil maneras de llevar a cabo esta tarea y gracias a las nuevas tecnologías las posibilidad son infinitas. Existe un sinfín de aplicaciones móviles que a día de hoy nos permiten trabajar diferentes campos del cerebro, centrándonos así en el lenguaje, el cálculo, los procesos lógicos o la memoria. Esta última suele ser la que más atención recibe por ser la que presenta unas fallas más perceptibles por parte del individuo. Así, actividades de emparejar figuras, palabras u objetos suelen ser muy habituales cuando se quiere ejercitar la memoria.

El ajedrez, el póker o el backgammon son tres disciplinas que han cogido impulso en los últimos años en este contexto. Las tres cuentan con aplicaciones virtuales que simulan una partida real, de hecho en el caso del póker se puede optar por un casino online para acceder a las diferentes variantes que existen de este juego. Su práctica, además, no solo ayuda a ejercitar la memoria, sino también la lógica, la capacidad de concentración, los procesos cognitivos relacionados con el cálculo matemático, la capacidad espacial, la atención y la resolución de problemas, entre otros. Por otra parte, si se opta por jugar de manera presencial, la práctica de estos tres deportes mentales también ayudará a aumentar la inteligencia emocional, la empatía y la sociabilidad del individuo.

Realizar sudokus y sopas de letras de manera habitual también es beneficioso para nuestro cerebro, ya que lo mantienen activo en la búsqueda de una solución. Leer, por su parte, obliga a nuestra mente a pensar, relacionar argumentos, ideas y personajes, ordenar información e imaginar todo cuanto ocurre sobre el papel. Todo ello estimula el funcionamiento de las neuronas, al tiempo que adquirimos de manera involuntaria nuevos conocimientos.

A todas estas actividades se le suman otras como la pintura, en la que no solo ejercitamos nuestra atención y concentración sino también el campo de la creatividad, o el baile, que además de suponer un ejercicio físico obliga a nuestro cerebro a seguir un ritmo y estimular la coordinación. 

Optar por la práctica de alguna de las propuestas expuestas ayudará a evitar el deterioro de nuestro cerebro, más propenso a medida que aumenta la edad, y a mejorar su funcionamiento. No obstante, los expertos señalan que estas actividades deben complementarse con una buena alimentación y una rutina diaria que huya del estrés, el sedentarismo y los malos hábitos, para conseguir que sus resultados sean todavía más eficaces.