Por estas horas el escritor mercedino Hernán Casciari lanzó su octavo libro por la editorial Orsai, que el mismo creó y regentea.
Sobre cómo surgió esta obra, Casciari relató: «Al final de mi adolescencia tardía (26), viví una temporada en la casa de mi temible abuelo Marcos, en San Isidro, y allí escribí algunos relatos que hoy salen a la luz por primera vez (gracias a mi hermana Florencia Casciari que los encontró en su sótano) y otros que solo vieron la luz en mi blog (todas las historias de «Lucas y Alex», por ejemplo)».
«Escribí mucho bajo el amparo déspota de mi abuelo, que me encerraba en la cocina con candado para que no saliera a fumar, o revisaba mis cuentos y me tachaba con lápiz rojo las ideas inmorales», afirmó Casciari.
«Para mí fueron doce meses alucinantes tras los que acabaría convertido, ya sin retorno, en un escritor. Para mi abuelo, en cambio, empezaba el último año de su vida», agregó.
«Me divierten mucho esas lecturas de las cosas que escribía a los veintipico. De casualidad quedó eso, porque yo en un momento quemé todo, me mudé y lo perdí…»
«Los consejos de mi abuelo facho» es el octavo libro de su colección, y el sexto de cuentos.
Ya se inició la preventa en https://hernancasciari.com/libros/abuelo y quienes lo compren antes de entrar a imprenta tienen «tres premios a la lealtad», según dio a conocer:
1) su nombre impreso en la dedicatoria del libro, de acá a la eternidad, es decir, en las ediciones sucesivas también;
2) gastos de envío gratis a todo el mundo,
3) link a todos los streamings de agosto.
Reencuentro con textos viejos
«Los textos son del año 95 y 96», comentó Casciari consultado por NOTICIAS MERCEDINAS sobre la génesis de esta nueva obra literaria que ve la luz.
«Es una serie de cosas que yo escribí como respuesta a mi abuelo en ese momento, y a la semana se lo mostré a mi hermana en La Plata y me lo olvidé. Y mi hermana lo perdió. Nunca más nos acordamos de eso. Y haciendo limpieza ahora en la cuarentena los encontró y me los mandó con un remise, yo no lo podía creer porque tenía un recuerdo muy vago. Cuando lo vi supe qué era. No tenía ni idea lo que había adentro y me divierten mucho esas lecturas de las cosas que escribía a los veintipico. De casualidad quedó eso, porque yo en un momento quemé todo, me mudé y lo perdí… Así que fue muy lindo el reencuentro con esos textos viejos», dijo Casciari.