En sintonía con un pedido que se hace oír en varias ciudades, en Mercedes circula desde hace días una carta para ser firmada, que será entregada al intendente Juan Ignacio Ustarroz por parte de los fieles de la Iglesia Católica, que piden se arbitren los medios para autorizar con protocolos, en esta pandemia, la reanudación de las misas presenciales en los templos.
La carta está siendo firmada por estas horas y se basa en un protocolo para la realización de ceremonias que fue presentado hace ya un tiempo, para su evaluación, por parte del propio arzobispo Jorge Eduardo Scheinig a las autoridades comunales.
Según pudo saber éste medio, en el análisis que se hace de la posibilidad se cree que las condiciones estarían dadas en cuanto a lo edilicio por la amplitud de los templos del culto católico, aunque esto no sucedería en otros cultos que reúnen a sus fieles en espacios más reducidos.
En tanto y mientras se evalúa la factibilidad de estos protocolos, las misas siguen adelante en casi todos los casos a través de transmisiones vía Facebook y en algunos casos los sacerdotes salen a dar comunión en distintos puntos, o posibilitan que haya un minúsculo grupo de personas que sean parte de las misas, con todos los recaudos, como ayudantes en la celebración.
Y hasta desde el Vaticano afirmaron la necesidad de volver a la normalidad de la vida cristiana. “Es urgente volver a la normalidad de la vida cristiana con la presencia física en la misa, donde las circunstancias lo permitan: ninguna transmisión es equiparable a la participación personal o puede reemplazarla”, se lee en la carta enviada a los presidentes de la Conferencias Episcopales del mundo por el cardenal Robert Sarah, prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, sobre la celebración de la liturgia durante y después de la pandemia de Covid-19,
La carta titulada «¡Volvamos con alegría a la Eucaristía!”, fue aprobada por el papa Francisco el pasado 3 de septiembre.
La pandemia debida al nuevo coronavirus –escribe el cardenal Sarah– produjo «trastornos» no sólo en las dinámicas sociales y familiares, «sino también en la vida de la comunidad cristiana, incluida la dimensión litúrgica».
En el texto se lee que “la comunidad cristiana nunca ha perseguido el aislamiento y nunca ha hecho de la Iglesia una ciudad con puertas cerradas. Formados en el valor de la vida comunitaria y la búsqueda del bien común, los cristianos siempre han buscado la inserción en la sociedad».
«Incluso en la emergencia de la pandemia surgió un gran sentido de responsabilidad: al escuchar y colaborar con las autoridades civiles y los expertos», los obispos «estuvieron listos para tomar decisiones difíciles y dolorosas, hasta la suspensión prolongada de la participación de los fieles en la celebración de la Eucaristía».
«Tan pronto como las circunstancias lo permitan, sin embargo –afirma el cardenal Sarah– es necesario y urgente volver a la normalidad de la vida cristiana, que tiene como casa el edificio de la iglesia y la celebración de la liturgia, especialmente la Eucaristía, como ‘la cumbre hacia la que tiende la acción de la Iglesia y al mismo tiempo la fuente de la que emana toda su fuerza’».