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La gesta de Raúl Alfonsín de 1983

Por Ariel Dulevich Uzal

Evocar la gesta de 1983, cuando transitamos una compleja circunstancia socio-económico-política; agravada por la epidemia -tan trágica como inimaginable-, supone abrir la puerta a la esperanza; en tanto fuimos capaces de emerger de recurrentes ciclos fácticos, que sepultaron la soberanía popular; para recuperar plenamente su ejercicio a través de una firme y resilente voluntad colectiva, expresada en las urnas.

En aquella convocatoria electoral, el pueblo consagró Presidente, a quien lo interpretaba absolutamente; imprimiéndole a su mensaje la impronta del retorno a la vigencia de la
Ley Suprema; que luego desde su gobierno y a través de todas sus acciones; cumplió irrestrictamente aquella promesa de campaña.

Desde entonces y hasta la actualidad, los gobernantes fueron electos en la libre determinación del cuarto obscuro, marcando un punto de inflexión, en el devenir del país, reivindicando el Estado de Derecho.

Era ésa sin duda, la conquista que marcó preferentemente, sus sueños, ideales y convicciones a las que entregó con patriótica determinación, toda su vida y que le ha ganado el reconocimiento de «Padre de la Democracia».

¡Ningún título habría sido más honroso, para quien como él; los ideales de libertad e igualdad, en el marco de las instituciones republicanas; fueron su apostolado cívico!

¡Hoy la ciudadanía, sin parcialidades, rinde homenaje de gratitud al que, ya en la Historia grande de la Nación, ha ingresado a la galería de los próceres; mientras sus contemporáneos, lo recordamos como la figura política más grande de nuestro tiempo!


(*) El doctor Ariel Dulevich Uzal es mercedino, ex Subsecretario de Turismo de la Nación