En este Jueves Santo, el Arzobispo de Mercedes Luján, Jorge Eduardo Scheinig, presidió la Eucaristía de la Cena del Señor en la Parroquia San Cayetano de Chivilcoy.
La celebración de la Santa Misa fue transmitida por las redes sociales del Arzobispado y el canal en Youtube de la Parroquia San Cayetano de Chivilcoy.
En la homilía, el Arzobispo destacó que celebrar la Pascua «es el desafío» y marcó que la realidad social no es la mejor: «En la Argentina el 42% de los argentinos es pobre, 19.000.000 de personas. Y 6 de cada 10 niños vive en estado de pobreza. Es muy fuerte pensar en esto. Es una cifra que duele, duele el alma, son personas que no tienen trabajo, que por tres generaciones no han tenido trabajo», remarcó.
«Esto lo vivimos también en ese contexto de pandemia. No salimos de la pandemia, muy por el contrario se agudiza y con la pandemia vienen los miedos, la angustia, el desconcierto. Estamos en un tiempo del mundo difícil. No es fácil vivir en este contexto social, económico, político, cultural. Se ha legislado una ley que para nosotros es muy seria, muy grave, una ley que dice que es posible matar vidas que no nacen y no van a nacer», dijo y se preguntó qué es celebrar la Pascua «en este contexto vital, existencial».
«En la Argentina el 42% de los argentinos es pobre, 19.000.000 de personas. Y 6 de cada 10 niños vive en estado de pobreza. Es muy fuerte pensar en esto. Es una cifra que duele, duele el alma, son personas que no tienen trabajo, que por tres generaciones no han tenido trabajo»
Luego resaltó los gestos de Jesús que marca el Evangelio del día, poniendo énfasis en el lavatorio de los pies y su significancia. «Hay mucha gente que se siente indigna, se siente mal, y nosotros tenemos que ser capaces de ayudarlas a que reconozcan su dignidad, su valor. Jesús nos dice, laven los pies, ubíquense en el último lugar, no vayan desde el poder, hagan sentir que toda persona es valiosa, hagan gestos jugados por los demás. No se trata de ser comunidades o ser una Iglesia que soluciona los problemas de las personas, que no lo vamos a poder hacer. Son tan grandes los desafíos que no vamos a poder solucionarlos, pero lo que sí podemos es hacer sentir a cada persona de esta comunidad, de este barrio, lo valiosa que es. Y la manera que Jesús nos enseña es el Amor, pequeño, humilde, desde el último lugar», dijo.
«El otro gesto que Jesús tiene es tomar pan y vino, y transformar el pan en Cuerpo y el vino en Sangre. Es como si nos dijera “Yo quiero estar siempre con ustedes, entre ustedes. Sientan esa presencia viva, de un Dios vivo” Cada vez que nosotros celebramos la Eucaristía lo que compartimos es la Vida del Señor, la vida de Dios entre nosotros. Es un Dios tan enamorado de la humanidad y de cada uno de nosotros, que quiere estar en el camino de la vida, compartiendo la vida. No estamos solas, no estamos solos, estamos juntos con el Señor. Y esta presencia hay que vivirla, hay que transmitirla, es la presencia sanadora, salvadora del Señor. Nuestras misas no pueden ser misas rituales en donde venimos, cumplimos y nos vamos. La Misa es una experiencia de la fuerza, de la presencia del amor de Dios que nos invita a tener la seguridad de esa presencia para llevar a los demás», dijo.
«Hoy celebramos el comienzo de la pascua. Y el Señor nos está diciendo que la Pascua, su Pascua es un amor fuerte que quiere entrar en la vida de cada una, de cada uno de nosotros. Nadie se puede sentir afuera del amor de Dios. Si alguien se siente afuera es que no estamos lavando bien los pies. Es una responsabilidad nuestra. Si no descubrimos la presencia del Señor en nuestra vida, en nuestra historia, es nuestra responsabilidad. Somos responsables de que el Cuerpo y la Sangre del Señor, la presencia viva del Señor, esté aquí en esta Misa, en la capilla, en la parroquia, en los centros misioneros, en todas las acciones que todos tienen, la catequesis, la caridad, etc. No tenemos que hacerlo desde la perfección, desde la omnipotencia, desde el poder. Lo tenemos que hacer con mucha humildad y mucha sencillez. Son tiempos tan desafiantes que requieren tener mucho cuidado en el modo en cómo vivimos la fe», expresó Scheinig.
En el gesto del lavatorio de los pies, el padre obispo lavó los pies al Padre Luis Alvarado, párroco de la comunidad y al Padre Lucas Figueroa, Vicario General. Y el párroco, realizó dicho gesto a una familia de la comunidad.