La pandemia del COVID-19 ha puesto sobre la mesa una infinidad de debates. Si bien casi todo gira en torno a la distancia social, la salud, la higiene, entre otras cosas, se han levantado nuevas dinámicas de vida que muchos, por no decir casi todo el mundo, han tenido que adoptar de forma muy brusca.
Sin embargo, esta brusquedad no es necesariamente mala, pues ha permitido ver un lado completamente nuevo de la interacción humana, y no porque no hayamos contado antes con la tecnología para hacerlo, sino porque ahora parece una fiel candidata para asentarse incluso en la post pandemia.
Si bien como ciudadano global hoy cuentas con más limitaciones a tu educación presencial como consecuencia del confinamiento obligatorio en distintos países y la prolongación de estas medidas, también han surgido cursos online para tu carrera profesional. Parece que las nociones sobre la formación educativa superior y la presencia obligatoria han flexibilizado un poco sus bases para abrirse a nuevas formas de estudiar. Puedes encontrar reseñas de estas experiencias en es.collected.reviews, y tendrás buenas perspectivas sobre la innovación en el ámbito formativo.
El modelo E Learning
El modelo educativo se ha transformado considerablemente durante el inicio del siglo XXI, pero sin dudas con aún más contundencia tras el paso de la pandemia en todo el mundo. Si bien las clases en línea eran una posibilidad antes del paso de la pandemia, ahora parecen ser la regla indiscutible, y muchas instituciones prevén que ésta podría prolongarse incluso más allá de la pandemia.
No obstante, en muchos países del mundo, esto ha supuesto una labor titánica para la docencia en general, en vista de que la vulnerabilidad de los cuerpos profesorales, de estudios inferiores o superiores como escuelas de negocios, parece ser un patrón en muchas regiones. La carencia de equipos para realizar las clases online, presupuestos ahorcados por la crisis, entre otras cosas que han puesto al modelo educativo entre la espada y la pared.
Podríamos abordar la situación general de las clases online en contraste con la presencialidad, y que además sabremos que, al menos en su mayoría, este debate no será una cuestión de mucho tiempo en varios lugares tras haber terminado con la pandemia y sus efectos. No obstante, quizá sea más preciso abordarlo desde la perspectiva de cada sujeto parte de esta situación, y parece indicado señalarlo en tres partes: estudiantes, docentes y entidades (tanto gobiernos como instituciones rectoras en el sector educativo).
El estudiante y las clases online
Sin dudas hay un elemento que ha preocupado en demasía al estudiante, y es el tema de su inversión en educación y el retorno que con ella obtiene. Hay una real inquietud entre el sector estudiantil de cada país y es si el contenido impartido en las clases online es tan provechoso como el que se ofrece a través de la presencialidad. Es decir, si se respeta el contenido programático a cabalidad y si cuentan con la misma voluntad de aprender sin la interacción social que supone estar presente en su institución educativa.
Parece que el factor social es importante de considerar si se quiere evaluar la valoración que le da el estudiante a la educación en línea, pues por ejemplo el método evaluativo no puede ser igual que antes y tampoco el apoyo sería el mismo en la virtualidad. Habrían que establecer nuevos KPI sobre la conformidad del estudiante y el impacto de su formación tras un lapso prolongado de tiempo, pero sin dudas la inversión, entendiendo que el mundo irá adaptándose conforme a lo que ocurra, supondrá un tema positivo y seguro para el estudiante en un largo plazo.
La presencialidad para el profesor y las instituciones
Entendimos que el factor social es algo aparentemente indispensable para el ser humano, y realmente los profesores no son la excepción a esta regla. Hablamos de millones de profesores que no cuentan con recursos para establecer sus clases online o incluso adaptar su programa formativo a un formato en línea para sus estudiantes, y la capacidad de respuesta de las instituciones, en muchos casos, parece ser poca o nula.
Sabiendo que la prioridad del docente es la formación integral del estudiante, y que incumplir con las etapas de formación pueden suponer un grave impacto en la calidad de formación de los estudiantes, los profesores han tenido que mover cielo y tierra para adaptarse a estos cambios.
Lo que para los estudiantes apuestan para ser una inversión segura y rentable, debe ir de la mano con una planificación docente sostenible y que entienda la potencialidad de la educación en línea, de la mano de instituciones responsables que aseguren la provisión de los recursos para que esta modalidad pueda blindar a los estudiantes, independientemente de si la virtualidad será un tema de largo plazo o no.