Desde SOS Hábitat, al igual que otras organizaciones defensoras del medio ambiente de la cuenca del Río Luján, cuestionaron duramente las obras que se inician en su cauce.
Mediante un comunicado de la red del río Luján que integran, marcaron el «fracaso» al que llevan estos trabajos.
«Los que vivimos en la cuenca del río Luján pretendíamos una historia diferente para ella. Si bien repite problemas de otras cuencas de la provincia de Buenos Aires, como la contaminación, todavía su cauce está prácticamente a salvo de las obras hidráulicas que ya han desfigurado a otras. Teníamos esperanzas de que no se reiterarían los errores ya cometidos, que hubiésemos aprendido al menos algo, que se atendieran las causas estructurales de las inundaciones. Sin embargo, ayer se empezó a cerrar un nefasto circulo de desaciertos que terminarán en la destrucción del Luján y sus humedales», plantearon.
En este contexto cuestionaron la «destrucción que viene de la mano de obras hidráulicas que son vendidas como la solución a las inundaciones y no como el resultado del fracaso de la gestión de la cuenca por el Estado provincial y los municipios».
Según sostuvieron, este fracaso tiene «muchas caras, con muchos responsables y diferentes gobiernos».
«Nunca se escuchó a los vecinos y organizaciones que veníamos denunciando este desorden territorial ni se les permitió ejercer el derecho a esa participación en los espacios consagrados a tal fin por la normativa, como el Consejo Asesor del COMILU»
«Es un fracaso del ordenamiento territorial que permitió que más de 10 mil hectáreas de humedales fueran arrasados y rellenados por barrios cerrados, parques industriales, etcétera, cercando el fluir del río. O que no hizo nada con cientos de canales clandestinos (denunciados ante las autoridades) que desagotan los campos y los vuelcan en el Luján, recargando la cuenca. Un fracaso del Estado que, en vez de velar por el cumplimiento de las normas urbanísticas y ambientales que hubieran impedido esta fenomenal destrucción ambiental, miró para otro lado o fue, lisa y llanamente, cómplice de esa destrucción», dijeron.
Objetaron además el fracaso «en la distribución de las externalidades brutales que generó ese modelo de desarrollo inmobiliario, que prometía progreso y trabajo, y solo inundó los barrios cercados por esos lujosos barrios y fomentó la segregación social».
Y un fracaso de la participación ciudadana, «porque nunca se escuchó a los vecinos y organizaciones que veníamos denunciando este desorden territorial ni se les permitió ejercer el derecho a esa participación en los espacios consagrados a tal fin por la normativa, como el Consejo Asesor del COMILU (Comité de Cuenca del Río Luján) y las audiencias públicas obligatorias para estas obras hidráulicas, que nunca se convocaron y convierten a estas obras en ilegales».
Asimismo objetaron duramente la mirada de la cuenca «que, en vez de verse como una compleja unidad ecosistémica, se ha reducido a considerar al río como un mero conducto de agua que debe ser desobstruido con obras hidráulicas, como si se tratara de una simple cañería»: «Una mirada obsoleta y ya abandonada en muchísimos países por los problemas que termina generando», dijeron.
A su vez sostuvieron que «las causas que originan las inundaciones siguen intactas y los costos de las obras no los pagan los responsables de esta situación».
«En este preciso momento en que se inicia la destrucción del río Luján por obras hidráulicas», señalaron, «se siguen rellenando humedales y los canales clandestinos no han sido erradicados; están libres y disfrutando de sus pingües negocios varios desarrolladores inmobiliarios que rellenaron humedales (en la mayoría de los casos, bienes de dominio público que nunca pueden pertenecer a agentes privados) y no hay ningún funcionario que haya sido responsabilizado por este cuadro de situación; los bonaerenses, aquejados de una crisis económica y sanitaria sin precedentes, debemos pagar obras millonarias que no resolverán las inundaciones generadas por unos pocos que se enriquecieron a costa de todos».