Durante los últimos años, el interés de los padres de familia por descubrir sistemas educativos alternativos e innovadores ha incrementado en Argentina. El objetivo es la búsqueda de la diversificación en la educación y las nuevas pedagogías que satisfagan las necesidades de aprendizaje de sus hijos.
En el contexto de la pandemia, ha surgido una alternativa educativa que se gestó a finales de la década de los 60 y que cada vez toma más fuerza en todo el mundo. Se trata del homeschooling, cuyo modelo sirve para que las familias enseñen en sus hogares, a través de un formato similar al de las escuelas, mediante el cual se respeta el ritmo y los intereses de cada estudiante.
Según información de la organización Homeschooling Argentina, se estima que son aproximadamente 5000 familias que utilizan este método en el país. Sin embargo, existen una inmensidad de obstáculos y trabas que se presentan para una familia que decide optar por esta alternativa de educación.
En materia legal, la interpretación es bastante confusa, ya que expresamente esta modalidad no está prohibida. De esta manera, quienes lo practican se amparan en el artículo 14 de la Constitución Nacional, que consagra el derecho a enseñar y aprender.
Por otra parte, el artículo 26 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, inciso 3, establece que los padres tendrán derecho a escoger el tipo el tipo de educación que habrá de darse a sus hijos. No obstante, la problemática radica que la figura no está regulada, generando un vacío legal y algunas complicaciones.
A pesar de esta incertidumbre, los expertos coinciden que la educación en el hogar no solo fortalece los lazos familiares, sino que también reduce los gastos de los padres y contribuye a desarrollar métodos de disciplina en el aprendizaje de los niños, debido a que estos aprenden a organizarse y a ser más responsables en sus actividades. Por esta razón, en países como México el homeschooling ha tomado fuerza en alrededor de 600 familias, la mayor parte de ellas en la Ciudad de México y Nueva León.
Otro de los argumentos a favor de esta modalidad se sostiene en que, el hecho de no asistir a un salón de clases, no quiere decir que los niños no puedan socializar con otros niños, niñas y adolescentes de diferentes edades. Por el contrario, dicha interacción se puede dar en otros ámbitos, como una práctica extracurricular.
En Argentina, únicamente las jurisdicciones de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y Córdoba permiten que los niños, niñas y adolescentes rindan libre a partir de quinto grado.
Sin embargo, la situación se complica en las familias que viven en cualquier otra provincia del país. Por ello, algunas familias deciden, en la medida de sus posibilidades, certificar a distancia.
Esto se lleva a cabo principalmente con escuelas de Estados Unidos a fin de revalidar su educación primaria y secundaria con el objetivo de poder acceder a la universidad.