Por Débora Lacasa.
Este 30 de diciembre, por primera vez, después de 10 años, vuelvo a participar de una sesión del Concejo Deliberante, que, por una situación de fuerza mayor, debió ser virtual. Esta no fue una sesión como otras: fue una sesión extraordinaria, pedida por el Departamento Ejecutivo ya que había muchísimos convenios para ser aprobados y- como siempre- todos de carácter URGENTE. Por mi situación de aislamiento, al ser contacto estrecho, no pude estar junto a mi bloque estudiando los expedientes que fueron muchos –21– y muy voluminosos; solo pude ver tres de ellos de manera completa –los que pudieron ser escaneados–; de los demás, lo que figuraba en el orden del día.
Mis compañeros de bloque hicieron una enorme tarea para cumplir con su obligación y su compromiso con los vecinos. Aun cuando en varias oportunidades se le había solicitado al Ejecutivo que fuese enviando con tiempo los expedientes que iban a ser incluidos, no tuvimos éxito. Llegaron el jueves 23 a última hora, previo a un fin de semana largo y nadie los pudo ver hasta el lunes 26. Con todo, los expedientes fueron estudiados y trabajados concienzudamente. Al final, fueron aprobados en una clara muestra de nuestro compromiso y nuestro respeto primero hacia los vecinos, y segundo hacia las instituciones, tanto hacia el Departamento Legislativo, que nuestra fuerza preside, como hacia el Departamento Ejecutivo que está en manos del oficialismo.
Y esta forma de actuar por nuestra parte, con esta responsabilidad institucional, me lleva a reflexionar sobre el accionar que ayer tuvo la Vicepresidente de la Nación en su calidad de Presidente del Senado: no respetar a esta institución, ya que violó el reglamento que rige su funcionamiento al dar inicio a una sesión cuando ya había pasado el tiempo reglamentario.
Tampoco puedo dejar de mencionar, con cierta tristeza, las palabras del Ministro del Interior –nuestro coterráneo– cuya investidura representa de por sí toda una institución y que sin embargo con toda liviandad acusa a la oposición de haber ido a tocar las puertas de los cuarteles, en clara alusión a la última dictadura: no reconoce que este proceso de militarización comienza en el gobierno de Isabel Perón, con su Ministro de Bienestar Social y hombre de confianza del mismo Perón, López Rega –jefe de la Triple A– e Italo Luder. Ellos a través del decreto que lanza el Operativo Independencia en Tucumán y luego a todo el país signan nuestro destino en manos de las fuerzas armadas. Tampoco el sindicalismo fue ajeno, ni el mismo Firmenich que, en una entrevista realizada por Gabriel García Márquez, reconoce saber que el Golpe de Estado iba a tener lugar y que nunca estuvo en los planes de Montoneros hacer nada para detenerlo.
Aun así, sigo creyendo que la Política es construcción, que la Política es el camino hacia el bien común, pero debe estar basada en la verdad, el respeto a las instituciones, el respeto al otro y sobre todo a nuestros vecinos.
Débora Lacasa es socióloga y concejal de Juntos. Va por su segundo mandato