En el marco de las celebraciones de Semana Santa en la ciudad de Mercedes, este miércoles 13 de abril se produjo a Misa Crismal en la Basílica Catedral «Nuestra Señora de las Mercedes».
La misma fue seguida por sacerdotes, diáconos y seminaristas de la diócesis, así como una gran cantidad de fieles.
Durante su homilía el arzobispo Jorge Eduardo Scheinig, en la Misa Crismal celebrada en la Catedral de Mercedes, animó a todos a «generar una transformación» en la Iglesia.
En principio refirió al texto evangélico leído antes remarcando que la misión de Jesús es la de «provocar un cambio total en la historia humana».
«Los pobres, los marginados, los oprimidos y los últimos tienen en su misión un lugar especial y a ellos se dedicará con máxima atención y cuidado, porque son los pequeños los preferidos por el Señor. Pero como todos somos deudores, cautivos, ciegos y oprimidos, su misión se extiende a todos y como Buen Samaritano reconoce a todos como prójimos y por eso no excluye a nadie de su trato, ni por ser pobre o rico, ni por ser religioso o no, ni por ser judío o extranjero», remarcó Scheinig.
«Para hacer realidad esta Buena Noticia, a toda persona que crea en Él, Jesús la convoca a ser parte de un Pueblo peregrino, que a lo largo de la historia deberá asumir los desafíos propios de cada tiempo. Y para que su Iglesia esté en constante salida misionera, todos en ella somos ungidos con su Espíritu, para quedar investidos de su autoridad, de su apasionamiento y de su parresia, para que nadie se quede sin este anuncio de salvación», agregó.
«Nosotros somos pastores en este Pueblo de ungidos y tenemos la tarea de mantener viva esta misión, sin perdernos y enredarnos en superficialidades e insignificancias»
«Es una misión novedosa porque se nos llama a generar una transformación profunda. No es entonces barnizar superficialmente la realidad, es abrir nuestros oídos sordos, soltar nuestras lenguas enmudecidas, ver más allá. Se trata de despertar nuestra capacidad de profecía para que la voz de Dios sea escuchada en todas las circunstancias humanas, especialmente donde la vida pueda estar siendo amenazada. Nosotros, queridos sacerdotes, nos hemos dejado seducir por este Cristo y por su misión. Le hemos creído. Nos seduce su persona, su mensaje, su vida, todo lo suyo nos cautiva. Y lo hemos dejado todo para seguirlo y para colaborar con Él en su misión de transformar el mundo y la historia y que el Reino del Padre sea una realidad. Misteriosamente, el Señor sabe de nuestra pequeñez y fragilidad y al mismo tiempo, conoce que en nuestro corazón hay amor y docilidad hacia Él y por eso, nos unge con su mismo Espíritu para asimilarnos a Él y a su misión. Jesús nos comparte su autoridad, para que ese “hoy” que comenzó en la sinagoga de Nazaret, siga perpetuándose en la historia y hasta el final de los tiempos. Nosotros somos pastores en este Pueblo de ungidos y tenemos la tarea de mantener viva esta misión, sin perdernos y enredarnos en superficialidades e insignificancias», dijo el arzobispo ante los sacerdotes en la Basílica de Mercedes.
Evangelio silenciado
«Cada uno de nosotros sabe cuánto impacta la Palabra de Jesús en su vida personal y en nuestra misión pastoral. Creo que podemos coincidir en que la Palabra no está lo suficientemente internalizada entre nosotros. Nuestro pueblo siente que la comunión con el Señor se da sólo en la comunión sacramental con su Cuerpo, que sin dudas es así, pero no experimenta estar en comunión con Él cuando se proclama la Palabra sea en nuestras acciones litúrgicas, o en la meditación comunitaria o personal. Puede sucedernos, que usemos la Palabra adecuándola a nuestros pensamientos y necesidades, pero poco nos adecuamos a ella, o también, que no sea la fuente de luz que ilumina a nuestras pastorales, porque está presente sí, pero como algo ya conocido, como algo repetido, pero no la escuchamos como dicha para nosotros hoy, aquí y ahora, dejándonos transformar por su propia fuerza. Corremos el riesgo que el Evangelio del Señor quede silenciado, arrinconado y no sólo por una cultura relativista, sino también porque nosotros lo presentamos de una manera tibia, que adormece al que lo escucha y así termina por no cambiar nada. La Palabra no provoca la conversión», dijo luego y se preguntó y les preguntó: «¿Cuánto de todo esto es también nuestra responsabilidad? ¿Podremos hacer ese trabajo pastoral y misionero de enamorar y entusiasmar a muchos en el seguimiento del Señor con su Palabra?»
«Corremos el riesgo que el Evangelio del Señor quede silenciado, arrinconado y no sólo por una cultura relativista, sino también porque nosotros lo presentamos de una manera tibia, que adormece al que lo escucha y así termina por no cambiar nada»
«Nosotros, pastores y sacerdotes y toda nuestra Iglesia Particular de Mercedes-Luján, necesitamos convertirnos más a la Palabra de Dios que es convertirnos al mismo Dios que nos llama. Creo que estamos en un tiempo propicio, porque nuestras comunidades son bondadosas y tienen hambre de la Palabra a la que reciben siempre como Buena Noticia»,. agregó y compartió que hace un tiempo viene pensando en la necesidad de hacer un Sínodo Arquidiocesano sobre la catequesis: «A medida que fui charlando con la Junta de Catequesis y con el Consejo Presbiteral, me voy dando cuenta que el tema debe ser mejor definido, porque la catequesis tiene que ver con la Evangelización y con la Trasmisión de la Palabra y con el Kerigma y con el cambio cultural y con una cantidad de temas que necesitamos charlar y discernir muy bien. Para tal fin, prontamente convocaré a sacerdotes, diáconos, religiosas, religiosos y muy especialmente, a un número importante de nuestros catequistas, que son expertos en la transmisión de la Palabra, a que juntos, en una especie de reunión pre-sinodal, definamos mejor el tema del Sínodo y todos los temas que están relacionados y que necesitaremos tener en cuenta», adelantó.
«Cambiar todo lo que necesitamos cambiar»
«Convocaré al Sínodo para llevarlo adelante durante el próximo año y terminarlo no más del año 2024. Este año nos servirá de preparación. No deseo convocar a un Sínodo para que todo siga como lo venimos haciendo. En todo caso, vamos a reafirmar nuestras buenas prácticas, pero también, voy a alentar a que nos animemos a cambiar todo lo que necesitamos cambiar, porque muchas de nuestras maneras de evangelización y/o catequéticas y/o de la transmisión de la fe, van caducando. No detendremos la marcha de nuestra catequesis, ni de nuestra Iglesia, porque al mismo tiempo necesitamos estar en comunión con el Sínodo Universal y también con la Asamblea Eclesial Latinoamericana», destacó.
«Haremos el ejercicio de aprender a caminar juntos en esta realidad que es crucial para nuestras comunidades y para toda nuestra Iglesia. La catequesis no está solo relacionada a la iniciación de la vida cristiana, o a las catequesis pre-sacramentales, a ella le concierne toda la vida de la Iglesia: parroquias, colegios, santuarios, movimientos, áreas pastorales y a todas las edades. Debemos repensar la catequesis de jóvenes y de adultos y no sólo para el sacramento de la confirmación», dijo y anunció que se pondrá en marcha una Escuela de la Palabra. «Mucho me ilusiona desarrollar una pastoral bíblica, para que todo el Pueblo de Dios vuelva a descubrir la fuerza de la Palabra y enamorándose de ella, que es lo mismo que enamorarse de Jesús, reafirmemos todos nuestra condición de discípulos – misioneros», indicó.
«Nuestra Iglesia de Mercedes-Luján tiene una enorme y riquísima tradición en la pastoral catequética. Son muchísimas las personas catequistas. Necesitamos que nuestro Pueblo santo y fiel exprese todo lo que piensa y siente y desde su fino sentido de fe, desde su olfato, ayude a que todos juntos, en comunión y participación, de manera sinodal, nos dispongamos a la escucha, al diálogo, al discernimiento y a la toma de decisiones. Estoy seguro que el Espíritu se manifestará, nos inspirará y guiará a encontrar caminos nuevos de evangelización y de catequesis. Deseo que el Sínodo nos enseñe nuevas formas de comunión y participación y que aprendamos a tomar juntos las necesarias decisiones pastorales, porque según un principio muy estimado de la Iglesia del primer milenio: “lo que a todos toca debe ser tratado y aprobado por todos”. Hoy lo haremos en torno a la catequesis y en otros momentos, lo haremos también con otros temas que hacen a nuestra vida eclesial», expresó e invitó para el domingo 22 de mayo a la peregrinación arquidiocesana al Santuario de Nuestra Señora de Luján.