Inicio Sociedad Scheinig pidió priorizar «la fraternidad» a pesar de «las diferencias»

Scheinig pidió priorizar «la fraternidad» a pesar de «las diferencias»

Este miércoles 25 de mayo el arzobispo de Mercedes- Luján, Jorge Eduardo Scheinig, presidió en la Iglesia Catedral Metropolitana de Mercedes el solemne Te Deum ante las autoridades municipales, encabezadas por el intendente Juan Ignacio Ustarroz.

En su homilía Scheinig remarcó que el desafío de estos tiempos es “la fraternidad humana, la amistad social, el caminar juntos, tratando de entendernos y acordar, a pesar de las múltiples diferencias”.

En principio llamó a recordar “los hechos que están en los cimientos de nuestra historia”, que “son inspiradores de nuestro ser y hacer como Nación”. E indicó que para poder “recordar” bien, hace falta una actitud de “nobleza”: “La nobleza es sinónimo de rectitud, de honradez, de devoción, en fin, de amor. Por eso, se dice que una persona noble es de buena madera, buena esencia, buen corazón, es una buena persona. Recordar con nobleza nos permite salir por un momento de los debates sesudos, para adentrarnos en la “magnanimidad”, que es otra virtud fundamental para recordar y celebrar en verdad, la vida de la Patria. Gracias a la magnanimidad elevamos nuestro espíritu de tal manera que podemos descubrir la grandeza y dignidad de los otros y reconocerlos compatriotas en los sueños, en los anhelos y en las luchas que están más allá de los posicionamientos ideológicos. Si nuestra alma se vuelve grande, podemos reconocer todo lo que muchas personas hicieron y hacen por la Patria. La Patria necesita de personas nobles y magnánimas”, dijo Scheinig.

“De esto nos habla Jesús en su Evangelio. Nos dice que las personas que desean ser grandes, deben ser servidoras de todos. Muy especialmente así deben ser y vivir los jefes, los gobernantes, los que tienen responsabilidades sobre otros. Lo que hace grande a un ser humano, no es su título, sino un corazón que mira al otro como hermano y busca su dignidad”, agregó el arzobispo en el Te Deum.

“El camino y el rumbo trazado por nuestros compatriotas de mayo es cosa seria y no podemos darnos el lujo de deshonrarlo y arruinarlo con propuestas que dilapiden nuestra identidad, nuestra historia, nuestro futuro. Este camino y este rumbo que todas y todos estamos invitados a transitar, nos encuentra hoy, en una etapa difícil, fundamentalmente por nosotros mismos, que en una especie de auto-boicot colectivo, andamos desencontrados, desmembrados, quebrados, con divisiones profundas y violentas, especialmente en las dirigencias, que están arriesgando todo y poniendo en peligro el presente y el futuro”, sentenció en otro pasaje de su alocución en Catedral.

“Es muy cierto que necesitamos tener en cuenta el contexto del mundo, porque la pandemia y la guerra son dos realidades aterradoras, que sumadas a los problemas que ya venimos arrastrando desde mucho tiempo atrás, van dejando entre nosotros un tendal de situaciones complejas y graves: pobreza estructural y endémica, familias quebradas, niñas, niños y ancianos vulnerados, personas sin trabajo o con trabajo pero con sueldos de hambre, los que perdieron o abandonaron la escuela, los que no tienen techo y deambulan por nuestras calles, narcotráfico, adicciones, suicidios, y una corrupción en los espacios de poder, que pareciese imparable”, agregó.

Además mencionó al Papa Francisco, que “nos invita permanentemente a ser artesanos de la paz, protagonistas de esperanza y no espectadores y a buscar juntos formas de caridad social que puedan sanar las heridas que las circunstancias y nosotros mismos nos estamos provocando”.

“Queridas hermanas, queridos hermanos, pareciese que si no abrimos el corazón y el entendimiento al otro diferente, no se podrá construir la Nación soñada y esperada. Porque la historia nos enseña que las peores experiencias de la humanidad han surgido cuando una sola persona o un grupo de iluminados, creyéndose mesías, han tenido la pretensión de imponer un aparente orden que en breve tiempo termina eliminando o descartando a los otros. El desafío es la fraternidad humana, la amistad social, el caminar juntos, tratando de entendernos y acordar, a pesar de las múltiples diferencias”, sostuvo el arzobispo.