Desde la Unión Cívica Radical de Mercedes y en la cercanía del 3 de junio en Argentina, recordaron un hecho social que marcó la agenda política para adelante. Lo hicieron a través de María Pía Frattini Demattei, quien es licenciada en Trabajo Social y especialista en Violencia Familiar y de Género.
Frattini recordó que en muchísimos puntos del país, ese día del año 2015 salieron a la calle miles de personas reclamando justicia, “pero también políticas públicas acordes a los tiempos y necesidades que se vivían y una educación que nos acercara a la equidad de género, todas cuestiones que eran transversales para toda la ciudadanía y que constituían una gran deuda pendiente de todos los gobiernos que habían pasado hasta ese momento: los femicidios y la violencia hacia las mujeres”.
“Esta movilización que se hizo bajo el lema de #NiUnaMenos puso sobre la mesa que ninguna mujer era merecedora de violencia en ninguna de sus formas, sin importar su vida sexual, su forma de vestir, de hablar o sus actividades sociales, entre tantos ejemplos. Este fue un punto de partida mediático porque la lucha por este tema había comenzado mucho tiempo atrás. En ese entonces los femicidios ascendían a uno cada 30 horas, y jamás pudimos bajar de ese estándar”, objetó luego la licenciada en Trabajo Social
“A medida que transcurría el tiempo, los reclamos y marchas aumentaban en la misma proporción que las denuncias por violencia y los femicidios. Se avanzó con algunas políticas públicas, pero siempre fue necesaria la presión en la calle que ejercía la sociedad para que los gobiernos de turno accionaran con algo. Obviamente que ese “algo” no fue suficiente. Con la sanción de la Ley Micaela (impulsada por el femicidio de Micaela García, una joven que también fue activista) se buscaba hacer extensiva la información a todos los agentes estatales para que mejorara la calidad en la atención de las personas que atravesaban situaciones de violencia, para que puedan diseñar mejores políticas públicas que atendieran estos temas, que se incorporara la perspectiva de género como método en la búsqueda de equidad, etc. Poco de estos objetivos se vieron reflejados en las estadísticas, en las calles y en la inmensa diversidad de oficinas públicas, incluyendo los servicios de salud, educación, justicia y protección integral”, remarcó Frattini Demattei.
Luego remarcó que una esperanza se avizoraba hace dos años y medio con la creación del Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad. “Su objetivo era intervenir en estos temas con soluciones directas y tangibles, con capacitaciones que formaran ciudadanos de bien con pensamiento crítico en relación a la temática de género, que se atendiera el desesperante aumento en las denuncias y situaciones de violencia que las estadísticas señalaban, que se completaran con profesionales idóneos los servicios que atendían estas problemáticas de manera especializada, etc. Sin embargo, no fue más que un mero anuncio”, dijo.
“La creación de este Ministerio que pudo haber marcado una diferencia sustancial, terminó dilapidando su presupuesto en sándwiches de miga, penes de madera y honorarios de una interminable lista de nuevos funcionarios cumpliendo tareas de representación. También se esperaba que este Ministerio pudiera ser el faro de un gobierno que se anunciaba conciliador, feminista, ecuánime, preocupado por las desigualdades sociogenéricas y un montón de cosas más absolutamente incomprobables a estas alturas. Se comprueba una vez más que ni el gobierno ni quien lo preside en los papeles cumplen con lo prometido en campaña. Inclusive el propio primer mandatario ejerce una violencia disfrazada de crítica blanda al culpar a su propia esposa, dada su condición femenina, por la famosa fiesta de cumpleaños en Olivos en pleno encierro por decreto de la que hoy habla el país por la vergonzosa sanción monetaria autoimpuesta. Constituyéndose, este Ministerio, como parte del micromachismo (que por ser el presidente lo de micro queda por demás de corto) y sumándose a la reproducción de violencia (en términos de desigualdad de poder y no como expresión física en forma de golpe o agravio directo) para la que tienen una Secretaría, supuestamente, especializada”, agregó.
«Inclusive el propio primer mandatario ejerce una violencia disfrazada de crítica blanda al culpar a su propia esposa, dada su condición femenina, por la famosa fiesta de cumpleaños en Olivos en pleno encierro por decreto de la que hoy habla el país por la vergonzosa sanción monetaria autoimpuesta»
“Tampoco fue capaz de contener, acompañar, asesorar y defender a una joven que denuncia un abuso sexual por parte de un hombre que, no sólo que es su tío, sino que es alguien que ostenta un gran poder político por ser ex gobernador de la provincia de Tucumán y ser senador nacional en ese momento, José Alperovich. Esto constituye un factor de riesgo altísimo para esa joven, pero parece que el Ministerio no pudo hacer esa evaluación y no vio la inmensa desigualdad de poder a la que era sometida la víctima. Incluso desde su espacio político osaron pedir mesura para el tratamiento mediático de este caso porque aún no se había expedido la justicia. Quienes hemos transitado profesionalmente en espacios de acompañamiento de estos temas sabemos que la palabra de la denunciante no se pone en discusión mientras exista la posibilidad del riesgo, regla básica. Jamás se dudará del relato cuando haya un ápice de sufrimiento y siempre hay una posibilidad de protección. Claro que esto sería imposible en la medida en que algún organismo oficial crea en la palabra de la joven y la respalde para que pueda sostener el proceso, demás está decir que es largo y tortuoso para quien deba atravesarlo. Entonces me pregunto, ¿existe una doble vara en el acompañamiento de las víctimas? Evidentemente, aún tiene que ver con quien sea el victimario y qué amigos tiene. ¿Entonces, hay víctimas de primera y víctimas de segunda? ¿Quién clasifica? ¿Con base en qué? ¿Y entonces de vuelta, es este Ministerio el que va a encargarse de la lucha de la sociedad en contra de la violencia de género o sólo va a facilitar la impunidad de algunos “amigos” para garantizar el statu quo?”, objetó Pía Frattini Demattei.
“Sin ir más lejos, la ministra Gómez Alcorta, en relación a la violación grupal que tuvo lugar en el barrio porteño de Palermo y, más precisamente, al describir a los agresores sexuales argumenta que “son varones socializados en esta sociedad” (sic) haciendo referencia a una matriz cultural que viene dada como si no hubiera responsabilidad del Estado para modificar lo que daña a la integridad y el acceso a derechos de sus ciudadanos. Si bien es una realidad que los temas de género los pusieron en agenda pública los grupos de mujeres y diversidades que se movilizaron desde el principio y con reclamos de lo más diversos, es el Estado el responsable de garantizar derechos administrando recursos para asistir y proteger a la víctima. Las estrategias de protección personal o acceso a derechos no son responsabilidad de las personas, son obligación del Estado, encarnado en un Ministerio que sólo sirve a la propaganda partidaria, con una inmensa estructura de funcionarios, pero con un feminismo de cartón pintado. Cuando tuvieron la oportunidad de hacer un reclamo de equidad de poder al presidente sólo fue una laxa “preocupación” que indicaba la disparidad de género del gabinete pero que no exigía modificaciones en pos de la tarea que les había sido encomendada en su asunción. Este tipo de reproducciones de desigualdad de género hace que se conviertan en una bola de nieve que arrastra y suma disparidades y naturalizaciones de situaciones que atraviesan la vida cotidiana de las mujeres y grupos feminizados principalmente. Estos maquillajes que utiliza el gobierno en forma de ministerios, secretarías, direcciones, coordinaciones, etc. no son más que pantallas para la tribuna aplaudidora pero que nunca llegan a resolver los problemas que de verdad afectan la vida de las personas”, dijo.
En tanto, remarcó que hoy en la Argentina “sufrimos un femicidio cada 27 horas, por eso era imperiosa la creación de organismos especializados, para que no nos falte ninguna más”.
“Nuestra sociedad ha adoptado el lema Ni Una Menos como un nuevo Nunca Más porque no queremos vivir en una sociedad donde primen los derechos de unos sobre otros y que eso nos cueste la vida. Vivimos bajo los principios de igualdad formal ante la ley pero en una evidente y angustiante desigualdad real en cuanto al goce derechos. En este sentido, Flora Tristán, quien fuera escritora y pensadora socialista francesa con ascendencia latinoamericana, afirmaba ya en el siglo XIX que “Hay alguien todavía más oprimido que el obrero, y es la mujer del obrero.” Esto nos demuestra que la desigualdad entre géneros es transversal y atemporal y eso conduce, indefectiblemente a la violencia machista hacia las mujeres y diversidades sexuales. Por eso es necesario que sigamos pidiendo #NiUnaMenos hasta que el Estado escuche el reclamo y se convierta en una obligación gubernamental de protección, pero, sobre todo, de igualdad de derechos”, completó la joven.