El aroma a asado, las pastas con sabor a receta de la abuela, las picadas artesanales y los postres caseros de tradición familiar, son los deleites de los restaurantes en los pueblos rurales de la Provincia.
La historia de la pequeña localidad de Cucullú, en el partido de San Andrés de Giles, está unida al paso de la vías del tren, a la vida agropecuaria y a los hornos de ladrillo que se instalaron en la década del cuarenta.
En 1847 Juan Simón e Isidro Cucullú, dos jóvenes hermanos españoles, arribaron a esta región de la provincia de Buenos Aires con una casa de comercio que prosperó y les permitió adquirir amplias extensiones de tierra: así se convirtieron en los fundadores del pago.
En pleno auge local, Jorge Gallo, inmigrante italiano de la región de Piamonte, abrió el almacén de ramos generales que se transformó en el epicentro de la vida del pueblo. “Se fundó en 1880, dos años antes de la construcción de la estación de Cucullú”, relató Rodolfo Gallo.
En 2018, Rodolfo recuperó el negocio familiar y reabrió las puertas de Casa Gallo un espacio que conserva el espíritu fraternal del poblado y la buena mano para la cocina. “Elaboramos un plato del día: guisado de cordero que rota todos los fines semana. También tenemos bife de chorizo con papas fritas o ensalada, y huevo frito; bondiola al verdeo; picadas con tapeo, y pastas como ñoquis, canelones o ravioles”, detalló. La propuesta incluye menú infantil.
Casa Gallo también es una suerte de museo que narra momentos de la vida de Cucullú. En el patio se emplaza el primer molino que dio agua a las cuatro casas y a la escuela local, en una de las salas se encuentra el motor a explosión que proveía luz al pueblo durante tres o cuatros horas en la noche y aún posee el horno a leña.
“Trabajamos con reservas, sin turnos, si una persona llega a las 12.30 y se quiere quedar hasta la 17:00 puede hacerlo”, afirmó Rodolfo.
Delicias de Luján
El pueblo de Cortines, ubicado a 10 kilómetros de la ciudad de Luján, nació en 1888 en torno del tren que transportaba la producción agropecuaria hacia los centros urbanos. Hoy conjuga la tranquilidad de sus calles con la gastronomía rural, que tienta a los visitantes de las grandes ciudades.
Don Obayca es un restaurante de campo con preparaciones artesanales y repletas de amor. Allí se pueden degustar empanadas fritas, fiambres y quesos, escabeches, pastas caseras, carnes, postres, y coronar un delicioso almuerzo con el exquisito lemonchelo. El lugar abre sus puertas los fines de semana: sábados, mediodía y noche; domingos y feriados, solo mediodía.
Un circuito de sabores imperdibles funciona en el Pueblo Turístico Carlos Keen, ícono del turismo rural bonaerense, donde todos los fines de semana una importante cantidad de personas recorren sus calles de tierra, el predio de la estación, la feria de emprendedores y sus típicos bodegones con exquisiteces caseras.
El Nene de Keen propone un menú fijo y libre, con opciones para comensales vegetarianos y celíacos. La recepción incluye focaccia y pan casero con tomates confitados; luego vienen la entrada con una tabla de fiambres, el plato caliente con diferentes tipos de pastas, parrilla, ensaladas y papas fritas; y los postres entre manjares como flan casero, budín de pan, queso y dulce, helado y arroz con leche. A las 16:00, llega la merienda y sus tortas fritas crujientes acompañadas por una infusión.
Este pequeño pago dispone de una amplia variedad de establecimientos gastronómicos para almorzar o cenar.
San Andrés de Giles y Luján son dos opciones clásicas para escapar el fin de semana a degustar las delicias de la gastronomía típica del campo bonaerense.