¿Qué pasa cuando no hay motivación o no hay posibilidades de estudiar?
- Lo que pasa es que si no estudias no sos nadie – dice Andres, pero podría haberlo dicho miles de jóvenes argentinos.
- No, ¿Por qué? No es tan así. Mi papá nunca estudió y empezó de abajo y hoy tiene su propio negocio y le va muy bien… – contesta Laura que hasta el momento había permanecido muteada y con la cámara apagada
- Si, ¿pero quién te toma hoy sin estudios? – Retruca Andres.
Las universidades y los institutos terciarios son islas seguras cuando la marea sube y empieza a azotar el barco de nuestro destino. Islas encontradas que sirven de reparo y de descanso. Allí se puede estar perdido, pero en tierra firme.
Desde el momento que un adolescente se inscribe en alguna carrera, está inscripto también en el Otro institucional, su nombre está en los registro de la institución que se supone sabe qué hacer con él, cómo orientarlo, de qué manera dosificar los contenidos que deberá aprender, cómo acompañarlo cuando las cosas no salen, etc.
Por fuera del camino institucional educativo los jóvenes consideran que está la calle para mendigar trabajo, para tirar currículums como estampitas de santos, y hurgar lo que sobra en el mundo laboral.
Afuera está «La calle», lugar donde ganarse la vida, pero también donde quedamos por fuera, donde somos expulsados y donde estamos abandonados.
- Si no estudiás tenés que salir a buscar laburo de lo que sea, lo que te den… No te queda otra.
¿Qué pasa cuando no hay motivación o posibilidades de estudiar? ¿Qué pasa cuando la calle es pensada como la selva con leones hambrientos o como el océano con tiburones oliendo a sangre? ¿Qué pasa cuando los adolescentes se ven allí, arrojados sin defensa ante esos escenarios como castigo por no querer estudiar o como destino trágico por no poder estudiar? ¿Cómo hacer pie? ¿Cómo hacerse escuchar?
De cada cien jóvenes entre 18 y 24 años apenas doce se inscribieron a carreras de pregrado y grado en el 2020. Podemos mejorar un poco la estadística si sumamos a quienes se inscriben en carreras terciarias y de ese modo no asustarnos tanto. Pero la cosa no cambia demasiado. ¿Qué pasa con el resto?
- Chicos, si la posibilidad de estudiar les fuera prohibida. ¿Qué harían? ¿Cómo planificarían sus vidas? – silencio. Por un momento pienso que estoy congelado, que se cayó la señal, que no escucharon el planteo.
- Salgo a tirar curriculum – responde Leandro.
- ¿Dónde? ¿Cómo lo harías? -Avanzo.
- Qué sé yo. Donde sea. En todos lados. imprimo muchos y los voy dejando…
- Yo me pongo a trabajar con mi papá, aunque no me guste – se convence Laura.
Los consultantes de Orientación vocacional están interesados en pensar, construir y definir lineamientos en torno al futuro… al futuro en el estudio. ¿Por qué no se piensa la orientación vocacional en términos amplios, más allá de las paredes del estudio formal?
El 24,1% de los jóvenes argentinos de entre 18 y 24 años de edad no estudia ni trabaja. La sociedad, de todas maneras, encontró una definición a la incertidumbre de su existencia, una categoría donde ubicar ese período de exclusión al mecanismo capitalista en el que funcionamos: Jóvenes Ni- Ni.
Hoy, pese a la proliferación de caminos que nos conducen al conocimiento, cuesta imaginar otros modos de crecimiento que no estén atravesados por la universidad y a la idealización de un título habilitante. Y cuando esa isla no está, el océano se torna bravo. Ese faro que alumbra ese futuro da sombras a la posibilidad de habilitarse uno mismo, darse permiso y generar las condiciones donde poder hacer con nuestro deseo.
Lic. Marcos Tabossi
IG: vocacion_de_orientar