PorCristián Frers.
La problemática ambiental en la Argentina es un asunto secundario, porque no terciario y tal vez cuartario en la agenda política municipal, provincial y nacional. Se carece de estructuras administrativas sólidas, durables y coherentes para atender las necesidades ambientales.
Los funcionarios públicos y los políticos ¿A quiénes representan? ¿Creen que realmente vamos a creerles que les importa el medio ambiente cuando los vemos negociar con petroleras, mineras o cuando favorecen el fracking?
El presidente de Argentina, Alberto Fernández, destacó el avance en “un marco legal para erradicar la deforestación ilegal y proteger los bosques nativos”. Parece un chiste cuando desde el año 2007 el Fondo Nacional para el Enriquecimiento y la Conservación de los Bosques Nativos fue sistemáticamente desfinanciado por todos los gobiernos, asignando partidas cada vez menores, que en términos reales alcanzan un 95% de caída presupuestaria. Esto se traduce en que desde esa fecha a la actualidad el territorio nacional perdió 6,5 millones de hectáreas de bosques nativos producto del desmonte y además le otorgan sólo el 3% del presupuesto de lo que corresponde por ley para su protección. El país tiene un historial preocupante en cuanto al cuidado de los bosques. Hace unos días, Juan Cabandie quien se desempeña como Ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación expreso “No se puede deforestar más y hay que cambiar el combustible del transporte público”
A pesar de contar con esa Ley, los bosques nativos de Argentina siguen perdiéndose en zonas donde está prohibida la deforestación producto del cambio de uso del suelo para actividades agropecuarias, forestales, urbanísticas y viales. El avance de la deforestación y conversión de estos ambientes naturales para dichas actividades provoca graves consecuencias sociales, ambientales y económicas, muchas veces, irreversibles y que atentan contra la salud y el bienestar, así como el de otras especies que habitan los bosques.
El último monitoreo de la superficie de bosque nativo en la Argentina, refleja que se alcanzaron las 205.492 hectáreas deforestadas. El 33% de esta pérdida se debió a los incendios forestales. El año anterior, fueron 333.222 las hectáreas deforestadas y el 54% de estas pérdidas fue a causa de los incendios que afectaron a grandes extensiones de bosques nativos.
Pero eso no es todo, muy poca seriedad se le ha dado a lo que representa la responsabilidad de la contaminación ambiental, a pesar de que existe una ley del ambiente y su reglamento, en el pais, sin embargo, poco se cumple lo que sus artículos encierran, y se nota como se sigue contaminando el entorno, las ciudades, en donde sin duda alguna se nota la ausencia de una cultura ambiental y una autoridad de gobierno que haga que se respete todo lo que la ley encierra en relación a la contaminación ambiental. Hay definitivamente una ausencia de política ambiental bien definida, con sus respectivos sistemas de control que le garantice a los argentinos que el sector productivo, así como otras instituciones, y el mismo pueblo se identifique con lo relevante que es el preservar el ambiente.
El ambiente también necesita de políticas, iniciativas y programas que abarquen los desafíos que hoy enfrenta el país y el mundo. Pero en la Argentina pasa a ser un tema más dentro de una larga lista de promesas. Es una decisión de toda la dirigencia renunciar a los problemas de fondo. El poder político abandonó el proyecto de país, por lo que es coherente que hoy también abandone el tema del cuidado del planeta.
Muchas veces la falta de coordinación y de planificación de las acciones de los gobiernos han derivado en una total ineficacia de sus políticas, y han significado, en las cuestiones ambiente y de infraestructura, la necesidad de volver al principio, a cero. Por ejemplo, las muy pocas veces que se han establecido medidas anticontaminación de los cursos de agua, se acciona contra diversas empresas, pero no se tienen en cuenta los basureros a cielo abierto, que siempre se encuentran a la vera de los ríos, o se vierten líquidos cloacales sin tratamiento alguno, o simplemente se fugan efluentes con la complicidad de ciertos funcionarios que hacen la vista gorda. Las políticas ambientales, sobre todo aquellas dirigidas a frenar el daño que causa la contaminación deben ser a todo o nada, es decir que si se emprende una campaña no se pueden dejar fisuras o empezar por pequeñeces. No sirve llevar a los jardines de infantes a juntar papelitos, mientras se deja que una poderosa industria desvíe su efluente contaminante de la planta de tratamiento.
Debemos entender que el diseño e implementación de una política ambiental se erige como una condicionante importante para lograr la equidad, el desarrollo económico e indiscutiblemente, el cuidado del ambiente. Dicha política ambiental deberá reunir características de estabilidad a través del tiempo; consistencia con el desempeño institucional y general; y de consideración de las capacidades de liderazgo público y privado, así como de las condiciones económicas, políticas y sociales municipales. Aún más, el éxito de la gestión ambiental deberá fundarse en una clara definición de objetivos y prioridades que, además debe ser congruentes con las necesidades reales de la sociedad.
Cristián Frers es Técnico Superior en Gestión Ambiental y Técnico Superior en Comunicación Social (Periodista).