Está lloviendo paz. ¡Qué temas viejos
reviven en las noches de verano!…
Se queja una guitarra allá a lo lejos
y mi vecina hace reír al piano.
Evaristo Carriego: “Ratos Buenos”
¡Qué misterio, qué encanto tiene el tango!… poetas y filósofos han buceado incesantemente en él.
Los poetas dejaron versos inolvidables que el transcurrir del tiempo no logra borrar y los filósofos discurren miles de ideas para explicar lo inexplicable, porque los sentimientos son difíciles de teorizar.
Dos elementos se conjugan en el tango: la melodía que fluye, nostálgica, pues se nutre de recuerdos; y el poema, la más de las veces fatalista, porque el tango es drama, pasión, desencuentro, olvido y dolor.
El 17 de febrero, en una noche donde la luna se mostró en todo su esplendor, en el remozado Sportivo Club Belgrano se vivió un momento inolvidable.
Cuatro músicos exquisitos se reunieron para interpretar títulos que conforman la historia de nuestra música ciudadana: “Loca”, “Danzarín”, “Quejas de Bandoneón” y otros. Fue una selección inteligente, con arreglos que permitieron el lucimiento de cada intérprete.
Walter «Chori» Perruolo deslumbró con su guitarra; Pedro Martini hizo vibrar su bandoneón, Lito Córdoba mostró su depurada técnica en el piano y Marcelo Giorgione brindó una clase magistral de percusión, aportando el marco adecuado para cada tema: La Negracha estaba en el escenario y todo se vistió de tango.
Pero el tango no es tango si no se canta, dicen los que saben, y apareció el cantante del conjunto: Nahuel Fusco, que con su prestancia le puso versos a la noche: “Barrio de Tango”, “Te llaman Malevo” y “Cuestión de ganas” pasaron mostrando a un intérprete maduro y expresivo.
El espectáculo, compuesto por dos partes, tuvo lugar para el romántico vals –“Bajo un cielo de Estrellas”, “Palomita Blanca”– y la milonga –“Baldosa Floja”, “Milonga de mis Amores”– que, con su ritmo especial, convocó a los primeros bailarines a la pista,
No podía faltar en esta presentación el justo homenaje a Astor Piazzolla con “Adiós Nonino” y “Libertango” que permitieron el lucimiento de Pedro Martini en el bandoneón, en contrapunto con Chori Perruolo en guitarra, que mostró la idoneidad interpretativa de ambos, acompañados por la maestría de Lito Córdoba en el piano y el despliegue percusivo de Marcelo Giorgione, que brindó el marco especial para los temas.
Nahuel Fusco, por su parte, brindó dos maravillosas interpretaciones de “Tinta Roja” y “Desencuentro”, tangos que exigen del intérprete una expresividad especial por la hondura del tema.
En una inteligente selección de obras no estuvo ausente el candombe que, con su ritmo festivo, animó a la concurrencia con “Los mosqueteros” y “Siga el baile”.
Y, poco a poco, fue llegando el final. La concurrencia no quería dejarlos ir. La luna seguía alumbrando, la noche era suave y los aplausos pedían “otra”.
Ellos fueron generosos y regalaron dos temas más: “Mariposita” y como broche de oro “Pasional”.
La Negracha brindó una noche bella e inolvidable.
Al partir nos acompañaban, como un dulce eco, los versos de Carriego
¡Qué bien se está cuando el ensueño, en una
tranquila plenitud, se ve tan vago!…
¡Oh, quién pudiera diluir la luna
y beberla en la copa, trago a trago!